viernes, 27 de agosto de 2010

UN CORAZÓN NRDA

Ayer, platicando con una amiga acerca de un hecho que la acongojaba con una persona que de alguna manera había defraudado su confianza, le di un consejo que me he reservado incluso para mi mismo.

Es simplemente, que el corazón se reserva el derecho de admisión. Tan simple como esa idea, tan poderosa como una explosión. No sé si le sirva a ella, pero se lo dije.

Yo no sé a los demás, pero a mi me enseñaron a agradecer la presencia de nuevas personas en mi vida, de cualquier índole: ya fueran amigos, familia, pareja, etc. etc. etc. Que tuviera la mano dispuesta al amigo, a la persona que se acercará a mi. Que estuviera dispuesto pronto a la ayuda, al apoyo de esas personas. Huelga decir que más de una vez me vieron la cara de pendejo. Repetí mi error una y otra vez. Levanto la mano y declaro “Mi culpa”. Yo permití eso, al ser demasiado buena gente, tirándole a la delgada línea de ser idiota. No hay que ser tan liberal con los favores.

En algún momento dejé de hacerlo. Y fue peor. Ahora ya no congeniaba con nadie. Qué difícil equilibrio. Dar demasiado, termina lastimándote; dar demasiado poco, termina haciendo lo mismo.

Y henos aquí, mi amiga y yo, ante el dilema de este precario equilibrio.

¿Qué tanto permitirle a alguien entrar en tu vida? ¿Qué tan rápido? ¿Qué tan profundo? Creo que no he encontrado una persona que no me dé una respuesta diferente.

Lo más consensual fue “No muy rápido y no muy profundo”. Algo con lo que estoy de acuerdo.

Y agrego a este consejo, mi propia verdad: No muy rápido, no muy profundo Y NO A TODOS.

Que las almas grandes soporten increíbles cantidades de bofetadas haciendo el bien, se los aplaudo. Uno nunca queda bien con el mundo. Pero para la gente común y corriente, este espíritu tan, pero tan desprendido, se me hace virtualmente imposible, porque alguien terminará queriendo aprovecharse. Tampoco ser demasiado avaro con tu persona, pues te quedarás solo.

Mi consejo niña, sigue siendo ese: No tan rápido. No tan profundo. No a todos.

Poco a poco. Como ganando una guerra, que se ganen el derecho a estar en tu vida. Palmo a palmo, un palmo de piso ganado con honestidad, con fidelidad, con educación.

Muchos merecerán tenerte en su vida. Pero pocos apreciarán, lo que eres en su plenitud.

No desperdicies tu corazón, en gente que no lo aprecia.

Un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario