viernes, 22 de febrero de 2013

Miedo me dan los que no pueden ser felices.

 

Cuando empezaba a trabajar en los proyectos de digitalización, me encontré con un personaje de lo más peculiar, de esas personas tan auténticas , que piensas que están fingiendo su personalidad. Pero no, en verdad, de ese modo era Wenceslao.

El buen Wences era el tipo más estrambótico que había conocido. Aferrado seguidor de la tendencia punk, vestía ropa limpia pero absolutamente rota o remendada con parches con slogans punks. Curiosamente, en la música no se remitía solamente al punk-Rock, sino que escuchaba también otros estilos.

Un día llegó a la oficina que compartíamos y pegó con tinta adhesiva una póster de un tipo sentado en un sillón, al que le faltaba la cabeza de la quijada hacia arriba. Al lado del sillón, una escopeta en el suelo.

-¿Quién es, Wences?- dije, siendo el único que se lo preguntó, pues el estupor de la imagen embargó a todos los presentes menos a mi, que ya conocía a Wences y sabía de lo que era capaz

-Kurt Cobain, después de meterse el tiro que lo mató-

Huelga decir que la foto no era cierta, eso lo supe años después, pero al buen Wences se la vendieron con esa idea. Además, ¿cómo podría alegar algo, si no hay rostro que distinguir en la foto?

Acto seguido secó copia de la nota de suicidio y la pegó abajo del póster.

La imagen no duró mucho ahí, pues el cliente entró a la semana y cuando la vio, arrojó todo el contenido estomacal en el pasillo; pero durante años he tenido esa imagen presente en mi mente, y lo escrito en la infausta nota de suicidio.

Hoy tantos años después, pienso que si la nota de suicidio era cierta, reflejaba un hombre enfermo de tanta tristeza, que había perdido la absoluta capacidad de sentir felicidad.

Desde ese tiempo hasta hoy, he conocido mucha gente. Gente que ha perdido la capacidad de disfrutar  los pequeños placeres de a vida. Gente que siempre esta esperando “algo más” para ser feliz.

“Es que cuando tenga casa propia seré feliz”

“Cuando tenga dos hijos seré completamente feliz”

“Cuando haya tuneado absolutamente mi nave, entonces seré feliz”

Quisiera decir que es simplemente expresión idiomática, pero con horror entendí que para muchos de ellos era un simple realidad: no serían felices HASTA que lograran esos objetivos.

Y si bien no estoy en contra de las grandes metas en la vida, soy más de disfrutar y ser feliz por cada uno de los pequeños pasos que me llevan a un gran objetivo. Como podrá verse, tampoco estoy inmerso en el conformismo, sólo que no me hundo en la miseria de aún no haber llegado a mi meta principal.

Pero cuando encuentro personas que me explican “Es que yo seré feliz hasta que X o Y situación se dé”, realmente me pregunto si esa misma persona será feliz ese día, o será un escalón más en su eterna justificación de situaciones para no ser feliz. Porque aquella persona que no sea feliz con lo poco, tampoco lo será con lo mucho.

La mayor parte de ese enorme estrato de mis conocidos, terminó drogándose, bebiendo o fumando como desesperados. Cuando pregunto porque lo hacen, responden que están tristes, enojados o frustrados.

Pero la mayoría ya no encuentra una razón, sino miles para justificar su estado emocional o de facto, te responde “Ya no sé ni porque estoy así.” Están tan concentrados en el “No tengo aquello que quiero”, tan obcecados en el “Estoy triste /enojado /frustrado”, en esa emoción, que ya no necesitan una razón para estarlo.

Curioso el ser humano: es el único animal que una vez entrando en un estado de ánimo, no necesita ya razones para mantenerse en él. Llanamente, se queda concentrado en lo que siente sin importar la razón que generó esa situación.

El hecho es que las pequeñas victorias crean el camino a grandes victorias. Si no eres capaz de disfrutar el café que te estás tomando en el momento de planear un trabajo, de disfrutar la comida mientras negocias con un cliente, menos serás capaz de saborear la inmensa alegría de tu logro finalizado.

Porque he visto a tantos decir: “Bueno . . . lo logré . . . pero no soy tan feliz como creí que lo sería . . . ” mientras me miran desencajados de la frustración de tal descubrimiento.

Mickey mi sobrino no tiene oportunidad de comer helado comúnmente debido a su frágil salud respiratoria. Pero un día de verano compré para ambos sendos barquillos de helado de chocolate.

Nos sentamos en una banca y vi como devoraba con fruición el postre.

-“Soy feliz”- dijo

-“¿Eres feliz Mickey?”-`pregunté- “¿Por qué eres feliz?”

--Porque el helado sabe rico-

-¿Sólo por eso?-

-Si-

Y nos comimos el helado, siendo felices, sólo porque sabe rico.

 

 

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viernes, 15 de febrero de 2013

Among Zombies.

 

No fue en un gran estallido. No comenzó un día por noche ni en la mañana del otro día – dijo, mientras abría con dos dedos la persiana metálica para asomarse hacia afuera- No fue de improviso. Fue tan lento, tan metódico, tan imperceptible, que no lo vimos venir. Menos aún detenerlo.

Como la marea lentamente se lleva la arena de la playa al fondo del mar, supongo que sucedió. Mientras que esperábamos que la catástrofe que aniquilaría a la humanidad viniera en un estallido resplandeciente que arrasara con todo y preveíamos para desastres de ese estilo, este nunca lo vimos venir.

Nunca nos dimos cuenta, entre pagar deudas, comprar víveres y discutir por quienes debían hacer las labores domésticas, que nuestros niños ya no despegaban los ojos de los dispositivos electrónicos.-

Recargó la escopeta, mientras afanosamente buscaba un encendedor en sus bolsillos.

No nos percatamos que caminaban por las calles con los hombros caídos, con las miradas fijas en el dispositivo que traían en una mano, otrora en las dos. Que no se fijaban ni en su seguridad al desplazarse.

Debimos saber que las estadísticas de accidentes en lugares públicos se elevaron alarmantemente. Que la población joven se estaba muriendo a pasos agigantados, con los ojos fijos en una pantalla de LCD, mientras nosotros discutíamos qué era lo mejor para ellos.

Aún así, no notamos nada cuando buscamos en qué capacitarlos. Nosotros éramos mayores ¿No?

Nos debían respeto y obediencia. Sabíamos claramente que era lo mejor para ellos. Los capacitamos para ser productivos en la sociedad: creamos licenciados, ingenieros, obreros, médicos con ellos.

Y no fuimos capaces de darnos cuenta de que seguían con los ojos fijos en las pantallas LCD, en las LED, en cualquier punto de acceso a Internet. Que todas sus respuestas, todas sus necesidades estaban ahí. No necesitaban pensar. Todas las pruebas, todos los exámenes, de alguna manera ya estaban colgados ahí. Creamos enormes enjambres de zánganos que no tenían que pensar. Nosotros mismos habíamos puesto las respuestas a todo en la Red.

La única diferencia sustancial es que nosotros habíamos descubierto las respuestas, por eso las escribimos. Ellos sólo las leyeron. Las leyeron y repitieron como un mantra. Sí, exactamente como un mantra: sin tener ninguna idea de cómo o porqué funcionaba, pero sabiendo que funcionaba.

¿Para qué relacionar las plaquetas con detener un sangrado? Sólo era necesario cerrar la herida y automáticamente la herida sanaría. Para ellos no era necesario saber que las plaquetas cumplen esa función en el organismo y que un conteo bajo de plaquetas significaba la incapacidad del cuerpo para cerrarse ante una agresión.

Puedo ponerte miles, millones de ejemplos de ese estilo. Únicamente memorizaban. No aplicaban la lógica, no inquirían , no generaban hipótesis. Ya todo esta hecho y es rápido el acceso al a información.

¿Para qué pensar? Ya todo esta escrito.

Cuando por la misma edad, reemplazamos a los mayores con los nuevos empleados, pudimos sospecharlo. Pudimos ver que estaban tan automatizados que carecían del criterio de cuando o porque jalar de la palanca para maniobrar una grúa de demolición, por ejemplo. La jalaban ostensiblemente, sin control o dirección en las demoliciones.

La idea era destruir ¿no? No importaba como fuera, cuántos compañeros mataban al usar irresponsablemente el aparato. No sentían la mínima empatía por sus semejantes, ¿que les iba a importar otro que no fueran ellos, si no interaccionaban fuera de internet como no fuera para copular o embriagarse? Simplemente los delegábamos en puestos de menos responsabilidad para que no estorbasen. Una solución de forma. más nunca de fondo

No tenían vínculos entre ellos. Su único lazo con otro, era estar en el muro cibernético de alguien más al que nunca habían visto físicamente y al que llamaban amigo.

Ni para cazar crean comunidades. Cazan en grupo, porque todos corren atrás de la misma presa, para ver que le pueden arrebatar, no por un bien común. Por eso se arremolinan alrededor de esta y en el proceso se arrancan partes ellos mismos.

Mueren desangrados en las calles porque saben vendar y suturar, pero no comprenden el concepto abstracto de bacterias o patógenos. Memorizaron todo, pero no son capaces de hilvanarlo en un pensamiento lógico.

Debimos entender cuando empezamos a ver que solo memorizaban y no eran funcionales. Las pocas voces que en eso tiempos vociferaban el error que estábamos cometiendo, fueron silenciadas. Sus mismos padres defendían el horror de sus hijos, en pro de su seguridad y felicidad.

¿Felicidad? Ya no sabían ser felices. No sé si alguna vez, fuera del útero materno, lo fueron. No conocen más que de drogarse, de fornicar como animales. Son menos que animales, porque los animales tienen un propósito: vivir. Estos únicamente languidecen esperando que un accidente los borre de la faz del Planeta.

Y así comenzó el colapso económico: al no haber gente que produjera las necesidades de todos , comenzó la escasez. Los que formaban las plantas productivas se retiraban por la edad, y los jóvenes reemplazos eran incapaces de sustentarla. No eran capaces de producir, no eran suficientemente entendidos como para seguir órdenes ni entender procedimientos. Se limitaban a vernos con ojos huidizos con burla y sorna, vidriosos no de sueño sino de algún narcótico colocado en su desayuno antes de ir a trabajar. 

Ajustó las protecciones de su traje, mal armado con partes de un equipo de Hockey y una uniforme de empleado de gasolinera.

Pero ya eran demasiados. Éramos demasiados en todo el mundo, como para sobrevivir sin producciones. Ellos no sabían cultivar la tierra, aún menos criar animales. Así que optaron por la opción natural más simple.

Empezaron a cazar a las presas más fáciles: a ancianos y a niños.

Pronto los panfletos de personas desaparecidas inundaron las calles. Niños no había muchos, pero fueron los primeros en desaparecer. Estas generaciones no estaban interesadas en tenerlos, y los pocos que nacían obra de su lujuria, morían inevitablemente por el descuido de sus jóvenes padres. Los que lograban sobrevivirlos, fueron los primeros en desaparecer.

Inexorablemente, comenzaron a cazarnos. Los que aún estábamos vigentes y fuertes, pudimos defendernos, pero no éramos muchos. Dejaron de cubrir ese leve barniz social que aun tenían, y se separaron. Como dije, no cazan en grupo. Simplemente corren todos al ver a uno de nosotros, para destazarlo y destazarse entre ellos para saciar su hambre.

Pasan los días caminando por las calles, emitiendo sonidos guturales, no para comunicarse con los demás, sino para escucharse ellos mismos. En el fondo, creo que aún tienen ese impulso de escuchar una voz humana, que nos hizo conectar como sociedad. Pero su voz en la única que escuchan en gemidos ininteligibles. Vestidos con jirones de ropa, producto de la última ropa que se pusieron , apestando a excremento y alcohol, si es que encuentran botellas de alguna olvidada cosecha en la casa de algún desafortunado que seguramente ya se comieron.

Jaló las hebillas de mi casco y las hombreras de americano, un deporte que nunca he visto y que me quedan tal holgadas que dudo que me protejan de algo.

La única herencia que puedo dejarte, es la educación que te he dejado. La lógica y el pensamiento que nos hizo dueños alguna vez de este planeta. Es lo único que puedo dejarte como defensa contra ellos – dijo, mientras abría la persiana de nuevo y mirábamos las oleadas de zombies renqueando por toda la calle, sin destino aparente, pudriéndose vivos al sol-

Eres más inteligente que ellos. Pero no sé si eso será suficiente para mantenerte vivo en este repugnante mundo. Míralos, están vivos y pueden recitarte de memoria un poema de Neruda. Pero no saben quién es o comprender el amor que inspiró esos versos. Este es el mundo que te lego, hijo.

Apretó la quijada mientas me decía:

Son tan reacios a pensar, que lo único que no se comen, es el cerebro de sus presas.

martes, 12 de febrero de 2013

A la chingada, yo ya no ayudo a nadie.

 

Hace algunos ayeres, mi preocupación era el medio ambiente. No muy fuerte, así que nunca me afilié a ninguna ONG que se dedicara a eso (Greenpeace sólo quería mis donativos, pero jamás me pidió de voluntario, pero esa es otra historia).

Un buen día, bajando del Metro leí una convocatoria del cantante Emmanuel, invitándonos a reforestar el Ajusco, determinado día saldrían los camiones de esa estación con la gente que quisiera unirse a tan loable labor.

En ese caso, el día estuve puntual y fui con una masa informe de gente a plantar árboles al Ajusco. Diré que fue una experiencia buena, llena de tierra negra y estiércol por todos lados (a Emmanuel lo vi de lejos y pensé en acercarme, pero peleaba por darle profundidad a una fosa para un pino). Me hizo sentir útil y parte de la comunidad enorme que es la madre Tierra.

Poco después comenté el incidente con una compañera de la escuela, la cual me recriminó:

“¿Cómo es posible que andes plantando árboles que seguramente nadie va a regar? ¡Eso es pura pérdida de tiempo!!! Si quieres dedicarte a algo que beneficie, ayuda en el refugio para animales donde trabajo, nos hacen falta voluntarios.”

Dudé un poco, porque esto requería un poco más de tiempo, pero dije bueno qué diablos, hay que hacer de todo en esta vida y visité al refugio para animales.

Después de unas cuantas visitas (y de alzar mierda de perros, que no alzaba ni en mi casa para mi perra), tuve la genial ocurrencia de comentarlo con otra amiga.

“Pero ¡¿cómo?!! ¡Habiendo tantas mujeres golpeadas que requieren ayuda, te vas a ayudar perros!! No, definitivamente , tienes que acompañarme a verlas donde trabajo”

Y de esa manera, Joseph fue a ver mujeres golpeadas, a escuchar historias desgarradoras de mujeres que se negaban a dejar a sus parejas, ni porque más de una vez estuvieron cerca de matarlas a golpes. Dicen que no es el indio, sino el que los hace compadre, pero no juzgaré más a la prójima.

Ya un poquito asqueado de ver tanta cobardía, comenté lo mismo con la madre de la amiga que me llevo al albergue de las mujeres golpeadas, en una tarde de café y galletitas caseras (hacía unas galletas de naranja con manteca deliciosas), cuando la señora me espetó:

“Ay si, yo ya le dije a mi hija Fulanita que eso no es prioridad. La prioridad esta en los hijos de esas mujeres, pero sobre todo en los hijos de México que no tienen padres que los guíen. Deberías acompañarme al orfanato de las Hermanas de Alguna Santa Desconocida, que se encargan de cuidarlos ”

E iba ya en camino al orfanato, cuando me encontré al papá de otro amigo. Y eso fue el acabose:

“¿Que? ¡No mamen!!! Lo que deberían de hacer es ser voluntarios todos ustedes en una casa de retiro para ancianos. ¡De esa manera podrían agradecer un poco de todo lo que ellos han hecho del mundo para ustedes!!”

Cuando llegamos al este punto me senté en la banqueta y formalmente hice votos para que todas las caridades se fueran al infierno juntas.

A la chingada, yo ya no ayudo a nadie.

De esta experiencia saque las siguientes conclusiones:

  • CADA PERSONA DE ESTE MUNDO, TIENE PRIORIDADES RESPECTO A LAS CARIDADES DE DIFERENTE MANERA. Cada quien las valora de manera diferente. Para muchas personas es mejor atender gatos que ancianos, para otros es mejor salvar pinos que recoger perros.
  • Escuchar y atender las prioridades de la caridad de las demás gentes, ES METERSE EN MUCHOS PROBLEMAS.
  • También no pueden exagerar. Ni comprarles vestidos a los perros, ni Ipads a los huérfanos. Hasta para eso hay que tener sentidos común en las necesidades de los desposeídos.
  • No me estén jodiendo si sus prioridades son diferentes a las mías. Defendamos cada uno un frente, y que cada cual escoja el que mejor le acomode.

Así que, con el permiso de nadie, sólo me dedico a algunas de ellas. No puedo ayudarles a todos. Me encantaría, pero es humanamente imposible hacerlo. No quiero ser aprendiz de todo y oficial de nada.

Con que, cada vez que alguien me dice “No ,mira mejor dedícate a . . .” lo detengo en seco: “¿Tu te dedicas a eso?-“

“ -Si, yo lo hago-”

“OK, entonces contigo están bien cuidados. No me necesitan, pero llámame en caso de emergencia.”

Y que el mundo ruede.