jueves, 1 de diciembre de 2011

LO IMPOSIBLE SOÑAR.

En ocasiones, uno cree que todo el mundo es vacío y gris. Sin sentido, un continuo desesperar y perderse. Sobrevivir, esperando con desesperación una muerte que no será liberación sino una apagón total de los sentidos, que te permita huir de lo que no puedes soportar.

Eso no es vida. Eso apenas es una imitación pobre e infausta de la vida.

Me considero un hombre "fanático de las causas perdidas". Creo en cosas que no tienen sentido o razón de ser. Creo en la esperanza, en el honor, creo en el ser una persona decente, humana. Creo que no hay que tirar basura en la calle, ofrecer mordidas a agentes de tránsito, llevar las cosas de la vida por la derecha, aunque a veces esta no te deja más remedio que torcer las reglas. A veces, no siempre.

Pero cuando pienso en ideales, recuerdo esta canción. El Sueño Imposible, de la obra El Hombre de la Mancha. He aquí la letra:

Soñar lo imposible soñar
Vencer al invicto rival
Sufrir el dolor insufrible
Morir por un noble ideal

Saber enmendar el error
Amar con pureza y bondad
Creer en un sueño imposible
Con fe una estrella alcanza

Ese es mi afán y lo he de lograr
No importa el esfuerzo, no importa el lugar
Saldré a combatir y mi lema será:
'Defender la virtud aunque deba el infierno pisar'

Porque sé que si logro ser fiel
a tan noble ideal
dormirá mi alma en paz
al llegar el instante final

Soñar lo imposible soñar
Vencer al invicto rival
Sufrir el dolor insufrible
Morir por un noble ideal

Saber enmendar el error
para dar con el más puro amor
Creer en un sueño imposible
Con fe una estrella alcanzar

Luchar por un mundo mejor
Perseguir lo mejor que hay en ti
Llegar donde nadie ha llegado
y soñar lo imposible soñar.


Sí. Lo imposible soñar. Algo que nos permita llegar al final con una sonrisa en los labios y decir "Fui feliz. Hice lo correcto."

Lo imposible alcanzar . . . y ser feliz.


viernes, 25 de noviembre de 2011

LA SABIDURÍA DE LA TÍA MAY

Yo no tuve la fortuna de conocer a mis abuelas. A la única que me conoció, era yo muy pequeño.
Vagos recuerdos tengo de ella, de una anciana con una chal rosado, parada al lado de mi bisabuela, a la cual si conviví. Pero esa es otra historia.

Y mi ñoñez sale a flote, cuando digo, que me hubiera gustado tener una abuela o tía, como la tía May de Peter Parker, alias Spiderman.

Siempre con la palabra justa, con la idea precisa para proporcionar consuelo y guía. He aqui un diálogo extraído de la película de Spiderman 2, cuando Peter se ha dado por vencido de ser el arácnido favorito del barrio:


Henry Jackson: Hola Peter!!
Peter Parker: Hola Henry!!. Has crecido mucho.
HJ: Si. Oye, ¿tú eres el fotógrafo de Spiderman, no?
PP: Solía serlo. ¿Por qué?
HJ: ¿Él va a regresar?
PP:No lo sé
HJ: . . . (se aleja)
May Parker: Nunca adivinarás quien quiere ser . . . ¡Spiderman!
PP: ¿Por qué?
May Parker: Él reconoce a un héroe cuando lo ve. Hay muy pocos personajes volando como él. Salvando a viejas como yo. Y Dios sabe que los niños como Henry necesitan un héroe. Gente valiente, sacrificada, poniendo el ejemplo para todos nosotros.

A todos les encantan los héroes. La gente hace cola para verlos. Los anima. Grita sus nombres. Y años después cuentan como se quedaron parados horas en la lluvia sólo para ver al que les enseñó a aguantar un segundo más.

Yo creo que todos tenemos un héroe dentro, que nos mantiene honestos, nos da fuerza, nos hace nobles, y finalmente nos permite morir con orgullo. Aunque a veces tenemos que mantenernos firmes y renunciar a lo que más queremos. Hasta a nuestros sueños.

Spiderman le dió eso a Henry. Y el se pregunta a dónde se fue. Él lo necesita.

Si. Una tía, como la tía May. :)




viernes, 4 de noviembre de 2011

NO CULPES A NADIE

No te quejes de nadie, ni de nada,

porque fundamentalmente

tú has hecho lo que querías en tu vida.

Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo

y el valor de empezar corrigiéndote.

El triunfo del verdadero hombre

surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte,

enfréntala con valor y acéptala.

De una manera u otra es el resultado de tus actos

y prueba de que tú siempre has de ganar.

No te amargues con tu propio fracaso

ni se lo cargues a otro,

acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.

Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar

y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado,

así como la causa de tu futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes,

de quien no acepta situaciones,

de quién vivirá a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo,

y tus problemas, sin eliminarlos, morirán.

Aprende a nacer desde el dolor

y a ser mas grande que el más grande de los obstáculos.

Mírate en el espejo de ti mismo,

y serás libre y fuerte, y dejarás de ser

un títere de las circunstancias,

porque tú mismos eres tu destino.

Lévantate, mira el sol por las mañana y respira la luz del amanecer.

Tú eres parte de la fuerza de tu vida. Ahora despiértate,

lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida;

nunca pienses en la suerte,

porque la suerte es el pretexto de los fracasados.

Pablo Neruda.

martes, 18 de octubre de 2011

UNA LECCIÓN DE AMOR

En una vidriera un letrero decía: “Cachorros en venta”. Esta clase de anuncios siempre atrae a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando:

-¿Cuál es el costo de los perritos?-

El dueño contestó:

-Entre 30 y 50 pesos.-

El niño metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas

-Solo tengo 2 pesos y 37 centavos . . . ¿puedo verlos?-

El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo , seguida de cinco perritos. Uno de los cachorros estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito, inmediatamente, señaló al pequeño rezagado que cojeaba:

-¿Que le pasa a ese perrito?- preguntó.

El hombre le explicó que cuando había nacido, el veterinario le había dicho que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.

El niño se emocionó mucho y exclamó:

-¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!

El hombre replicó

-No vas a comprar a ese cachorro; si realmente lo quieres, yo te lo regalo-

El niño se disgustó mucho, y mirando a directo a los ojos del hombre, le dijo:

-Yo no quiero que usted me lo regale, el vale tanto como los otros perritos, y le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis 2 pesos con 37 centavos ahora, y cada mes 50 centavos, hasta que lo haya pagado por completo.-

El hombre contestó:

-En verdad, no querrás comprar ese perrito hijo. Él nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos.

El niño se agachó, se levantó el pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:

-Bueno, yo tampoco puedo correr muy bien, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda.-

El hombre ahora estaba mordiéndose el labio y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sonrió y dijo:

-Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú-

Todos tenemos derecho a ser amados, a pesar de no ser perfectos, teniendo el mismo valor que los demás. Parte de la esencia humana, es amar aquello que no es perfecto, sino susceptible de ser perfectible. Ama a las cosas como son, y verás lo que son capaces de ser. Una humana y amorosa lección, en verdad.

martes, 11 de octubre de 2011

¡Deja de amargarte la existencia!

Los seres humanos empleamos tres maneras básicas de amargarnos la vida: exigirnos a nosotros mismos más de la cuenta; exigir exageradamente a los demás; exigir al mundo que sea de determinada forma que no es. Así es como nos volvemos "neuras": depresivos, ansiosos, irritables o vergonzosos en exceso. Y sí, se trata de algo que hacemos nosotros solitos. El ser humano tiene cierta tendencia genética a amargarse.

¿Y realmente podemos cambiar esas actitudes?

Absolutamente. Yo lo compruebo cada día en mi consulta de Barcelona. Se necesita llevar a cabo un trabajo intenso, pero se puede. En realidad, este libro pretende ser una herramienta para todos aquellos que no puedan pagarse un buen psicólogo y que deseen hacer el trabajo por su cuenta.

¿Qué significa "ser fuerte a nivel emocional"?

Significa ser bastante estable, estar alegre la mayor parte del tiempo, que no te afecten demasiado las adversidades, ser capaz de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y relacionarte bien con los demás. Los más fuertes que he estudiado lo consiguen incluso en situaciones muy adversas, como en medio de una guerra o ante una enfermedad grave.

¿En qué consiste su método progresivo para lograrlo?

Consiste en aprender a pensar de una forma diferente a la que lo haces normalmente. Las personas fuertes interpretan siempre lo que les sucede de forma constructiva. Para hacerlo tienes que cambiar tu estructura de creencias básicas acerca de la vida. Consiste en cambiar de filosofía vital de manera profunda. Un joven paciente mío lo describía así: "¡Tienes que girar la cabeza 180 grados!".

¿Cuál es la "mala filosofía de vida" que nos causa problemas emocionales?

Existe cierta tendencia humana a convertir deseos en necesidades. Por ejemplo, "Cómo me gustaría mucho tener coche de lujo, necesito absolutamente tener coche de lujo. Si no lo consigo, soy un fracasado sin remedio". Siguiendo esa tendencia, podemos convertirnos, sin darnos cuenta, en personas que exigen continuamente, y, como consecuencia, se quejan y se amargan sin cesar. La peor filosofía personal es aquella que nos convierte en 'quejicas' profesionales.

¿Podría mencionar algunos "principios de vida diferentes" que nos hacen fuertes y felices?

Tienes que decirte a ti mismo algo que se decía mucho San Francisco de Asís: "Necesito muy poco para ser feliz". Tienes que aceptar a las personas con sus múltiples fallos: esfuérzate realmente en ello. Intenta no exigirte demasiado: todos tenemos carencias y no pasa nada. Trabaja buscando la diversión y no el cumplimiento de la obligación.

El diálogo íntimo de cada uno

La gente más sana y positiva tiene el hábito de no exagerar las adversidades. Las personas ansiosas o depresivas, sin darse cuenta, se ponen mal a sí mismas con lo que se dicen en su interior. Pero se les puede enseñar a cambiar.

Afirma que la sociedad actual produce neurosis y 'terribilitis'

En efecto. La prueba es que cada año aumenta la incidencia de las diferentes enfermedades psicológicas. La sociedad de hoy nos transmite unos mensajes que calan en nosotros y nos hacen débiles: produce "terribilitis". Y la gente joven lo tiene más difícil porque maman esos mensajes desde pequeños. Cada vez vemos a más niños y adolescentes con debilidad a nivel emocional.

Ejemplos de adversidades que afrontamos con "terribilitis"

La clave de la estabilidad emocional es el diálogo interno, lo que te dices a ti mismo. Si te despiden del trabajo y te dices: "¡Eso es terrible, no lo puedo soportar!", te vas a poner ansioso y deprimir. Si te deja tu esposa y te comes el coco cada día con frases del tipo: "Ya no voy a ser feliz: me ha destrozado la vida", lo vas a pasar muy mal. Todo ese diálogo terribilizador tiene un correlato emocional inmediato: depresión, ansiedad, etc. Atención: tú puedes dejar de ver las cosas de esa forma tan negra: déjate de tonterías y esfuérzate seriamente para cambiar ese disco rayado.

Soy humano y fallaré toda mi vida.

"Estamos enfermos de querer más y más. Así que bienvenidos sean mis fallos: soy humano y fallaré toda mi vida. Esta aceptación orgullosa de mis límites me dará paz mental. Se trata de una especie de ecología mental", señala el psicoterapeuta español Rafael Santandreu.

(Extraído del libro “El arte de no amargarse la vida” de Rafael Santandreu)

jueves, 8 de septiembre de 2011

EL FIN DE LA INFANCIA.

Encontrábame yo absorto en profundas cavilaciones ese día. En otras palabras, estaban bastante aburrido esperando que ciertos procesos del trabajo terminarán de operar. En esa parte mi trabajo es bastante monótono: en ocasiones solo es presionar la tecla Enter y cuidar que el proceso no marque ninguna señal de error. En eso tiempos muertos checo alguna otra tarea que tenga pendiente. Pero este día no se me antojaba hacerlo, amén de que eran varios procesos simultáneos.

Tecleé en Google el término “Invasión Extraterrestre”, para buscar en Wikipedia una serie de ciencia ficción de mi niñez, la cual me producía bastante sobrecogimiento en su tiempo. Como sea, leía sinopsis, revisiones y opiniones de la serie, hasta que llegue a los antecedentes. Se mencionaba un cuento llamado “El Fin de la Infancia”, de Arthur C. Clarke, que supuestamente había inspirado esta serie y la película día de la Independencia.

Ande pues, como ya es dominio público, descargué la obra. De 166 páginas me pareció corto, así que lo leí en una tarde.

El Fin de la Infancia habla de una invasión extraterrestre disimulada. Un día, aparecen enormes naves madres de proporciones monumentales sobre las principales capitales del mundo. Tras la estrepitosa nulidad de las armas humanas contra naves que ni se inmutan ante ellas, la voz de Karellen, el orador principal de los Superseñores habitantes de las naves se escucha por el mundo: “Venimos en paz, venimos con una misión, darles guía.”

Karellen y su gente despojaron de su soberanía a la Tierra, coordinándose con sus gobiernos locales para el manejo de los asuntos humanos. Apoyados en la figura de Rikki Stormgrem, secretario de las Naciones Unidas de origen finlandés, es la interacción entre estos dos seres lo que da vida al a primera parte de la historia, pues veladamente los Superseñores planean un cambio en la Humanidad a nivel de sociedad y de individuo, benéficos, pero despojando al hombre de su libre albedrío y su curiosidad por el Universo. Pero esto lo lograrán al tiempo de tres generaciones humanas, aproximadamente 100 años.

Un misterio que rodea a los Superseñores es su imagen física, pues nunca han sido vistos. Sólo es escuchada la voz de Karellen, impactantemente omnipresente por medio de su tecnología. Y esta misma tecnología le da forma a una nueva sociedad en la que no existe el crimen, los vicios o los defectos humanos. Un nuevo orden con un precio a pagar: la libertad de regirnos autónomamente.

Esta nueva sociedad es vista a traves de los ojos de George Greggson y su familia. La nueva estructura social, le tecnología aplicada a la satisfacción de las necesidades, la ausencia de guerras, crímenes y vicios, la forma del poliamor y la forma de los Superseñores: gigantescos demonios alados, extraídos de la memoria del hombre según las distintas religiones.

Los dos hijos de Greggson dan la pauta final para el inicio de la última forma de nuestra raza. Muestran aquello que es resultado de las manipulaciones sociales de Karellen, el fin último de este plan estelar para la Tierra, dónde el mismo arquitecto es obrero pero nunca será protagonista de un cambio así. Es la maldición de los extraterrestres: observar un cambio que jamás podrán lograr para sí mismos.

Todo es parte de un plan, dice Karellen. Sólo que nunca lo divulga. Planea y da forma a nuevas medidas, a una nueva sociedad, alcanzando la utopía soñada por los humanos desde el inicio de los tiempos. Pero la utopía es aburrida; no presenta retos, no permite crecer. Si no hay obstáculos, no hay crecimiento, no hay progreso, piensa Jan Rodricks, protagonista de la segunda parte del Libro. Y rompe con las medidas de seguridad de los Superseñores, para salir de la tierra y conocer el hogar de aquéllos. Obtiene ese conocimiento para regresar a su planeta 80 años después de su salida, para ser el cronista de la evolución de su raza, y del fin de la humanidad como la conocemos. Tristemente, su deber como el último hombre sobre la Tierra, es describir los últimos días de su especie para los Superseñores, que también observan con amargura y casi envidia, el fin de su obra.

Me dejó con un halo de tristeza. La ansiada utopía humana es solemne, y aburrida. Como individuos somos felices, pero como sociedad estamos estancados.

Aún así, recomiendo su lectura, por lo cual dejo el link para descarga.

El Fin de la Infancia - Arthur C. Clarke

jueves, 4 de agosto de 2011

LA GENTE QUE ME GUSTA

Primero que todo: me gusta la gente que vibra,
que no hay que empujarla
que no hay que decirle que haga las cosas,
sino que sabe lo que hay que hacer y
lo realiza en menos tiempo de lo esperado

Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones,
no la que deja sus soluciones al azar.

Me gusta la gente justa con su gente consigo misma,
porque no pierde de vista que somos humanos
y nos podemos equivocar

Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo,
entre amigos,
produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.

Me gusta la gente con criterio,
la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo
o que se equivocó.

Me gusta la gente que, ala aceptar sus errores,
se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos .

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente,
a estos los llamo “mis amigos”.

Me gusta la gente fiel y persistente,
que no desfallece cuando de alcanzar ideas y objetivos se trata.

Me gusta la gente que trabaja por resultados.

Con gente como esta me comprometo a lo que sea,
ya que con haberla tenido a mi lado,

me doy por bien retribuido.


Mario Benedetti

martes, 26 de julio de 2011

LA CARTA DE FUKUSHIMA

La carta fue escrita por Thanh Minh, quien trabajó en Fukushima como policía e iba dirigida a un amigo de Vietnam. Esa fue publicada por New America Media, y dice así:

Hermano,

¿Cómo estás tú y tu familia? Estos últimos días, todo era un caos. Cuando cierro mis ojos, veo los cadáveres. Cuando abro los ojos, también veo los cadáveres.

Cada uno de nosotros debe trabajar 20 horas al día, sin embargo, me gustaría que hubiera días de 48 horas, para que podamos seguir ayudando y rescatando gente.

Estamos sin agua y electricidad, las raciones de alimentos se encuentran cerca de cero. Apenas se consigue trasladar a los refugiados antes de que haya nuevas órdenes para trasladarles a otro lugar.

Actualmente estoy en Fukushima, a unos 25 kilómetros de la planta de energía nuclear. Tengo tanto para decirte que si pudiera escribirlo todo, seguramente se convertiría en una novela acerca de las relaciones y comportamientos humanos en tiempos de crisis.

Aquí la gente mantiene la calma - su sentido de la dignidad y el comportamiento adecuado son muy buenas - así que las cosas no son tan malas como podrían serlo. Pero dado una semana más, no puedo garantizar que las cosas lleguen a un punto en que ya no se pueda proporcionar la debida protección y el orden.

Son seres humanos después de todo, y cuando el hambre y la sed reemplacen la dignidad, van a hacer lo que tienen que hacer. El gobierno está tratando de proveer suministros por vía aérea, con alimentos y medicinas, pero es como dejar caer un poco de sal en el océano.

Hermano, hubo un incidente realmente conmovedor. Se trata de un niño japonés que enseñó a un adulto como yo, una lección sobre cómo comportarse como un ser humano.

Ayer por la noche, me enviaron a una escuela de gramática para ayudar a una organización de caridad a distribuir alimentos a los refugiados. Era una larga fila que serpenteaba un lado a otro y vi a un niño de alrededor de 9 años de edad. Llevaba una camiseta y un par de pantalones cortos. Estaba haciendo mucho frío y el niño estaba en el final de la cola. Me preocupaba que en el momento que le llegara el turno, no hubiera ningún alimento. Así quehablé con él. Dijo que estaba en la escuela cuando ocurrió el terremoto. Su padre trabajaba cerca y se dirigía a la escuela. El estaba en el balcón del tercer piso cuando vio el coche de su padre barrido por el tsunami.

Le pregunté acerca de su madre. Dijo que su casa está junto a la playa, que su madre y su hermana pequeña, probablemente no se salvaron. Volvió la cabeza, se secó las lágrimas cuando le pregunté acerca de sus familiares.

Estaba temblando por lo que me quité la chaqueta de policía y se la puse a él. Ahí fue cuando mi bolsa de ración de alimentos se cayó. La recogí y se la di a él. "Cuando llegue tu turno, podrías quedarte sin alimentos. Así que aquí está mi parte. Yo ya comí. ¿Por qué no te lo comes?"El muchacho tomó mi comida, se inclinó. Pensé que se lo comería de inmediato, pero no lo hizo. Tomó la bolsa, se acercó al principio de la cola y la puso con toda la comida que estaba esperando para ser distribuida.

Me sorprendió. Le pregunté por qué no se lo comía, en vez de añadirla a la pila de los alimentos. Él respondió: "Porque veo a gente con mucho más hambre que yo, si lo pongo allí, se van a distribuir los alimentos por igual..." Cuando escuché eso me di vuelta para que la gente no me viera llorar.

Una sociedad que puede educar a un niño de 9 años de edad, que entiende el concepto de sacrificio por el bien común, es una gran sociedad, un gran pueblo.

Bueno, en estas pocas líneas envío a ti y a tu familia mis mejores deseos. La hora de mi turno ha llegado nuevamente.

Ahora por favor, alguien dígame si no tenemos mucho que aprenderle a los japoneses.

jueves, 14 de julio de 2011

KAYAK

Soy aficionado, por no decir fanático, de leer El Manual para canallas de  Roberto G. Castañeda. Una columna, en un diario, que retrata temas de una vida hastiada, de búsquedas incansables, miserias humanas, glorificaciones de una vida bohemia, de vinos y habanos, de vidas al límite, de vivir con lo puesto y con dos pesos en el bolsillo. Si tocara la guitarra y trabajará en un bar, diría que Arjona se volvió columnista. Aunque ya no me gusta el estilo de vida que glorifican tanto Castañeda como Arjona, no dejo de leer la columna, por su prosa. Me gusta como escribe.

Ha tenido una difícil relación con su padre. Por no decir, casi ninguna relación. Dura, irreconocible relación.

Eso me da pauta para hablar nuevamente del Inge. El querido Inge.

Relataré una anécdota. No sé si el la recuerda. Si lo hace, tendrá ganas de matarme, a pesar dela contradicción que ello implica, cuando lean la anécdota.

Tendría yo, como 10 años, cuando fuimos por primera vez en un road-trip a Cancún. Visitamos el santuario de Xel-Ha, una caleta en la cual un rio se une con el mar, formando el acuario natural más grande del mundo. Podías bucear y observar toda esa maravillosa fauna marina, solazarte con los espectáculos, observar el paisaje. Pero no. Yo tenia la vista fija en un solo propósito, de algo que vi cuando entramos: la renta de kayaks.

Yo quería navegar en un kayak. Una especie de piragua, de un solo tripulante, impulsada con un remo único de dos cucharas. El tripulante se sienta acomodando las piernas hacia la proa, por lo cual le es imposible girar el cuerpo completamente.

Sí, eso es un kayak. Cuando le dije al Inge, me mandó con cajas destempladas a mi lugar. “No sabes ni nadar bien y ya quieres navegar”, o alguna joya de sabiduría de mi padre por el estilo soltó.

Ah, pero como siempre, yo era muy necio. Muy necio. Así que con lo que había juntado de los cambios que no regresaba durante el viaje, alquilé yo el armatoste ese. El lanchero me vio y no comento nada. Mi estatura en aquel tiempo sobrepasaba por 20 cm a los chicos de mi edad, así que supuso que tendría yo como 15 años.

Me dispuse a navegar, son rumbo al horizonte. Fue muy divertido, ir avanzando con la corriente, viendo los peces multicolores desde la superficie.

Hasta que quise regresar a puerto.

Ahí fue precisamente el terror. Me di cuenta que jamás había preguntado, ni como detener la embarcación, ni como girarla. Tampoco, cómo evadir la corriente del río, que lentamente me arrastraba hacia el mar. En que lío me había metido: no sabia como regresar, y nadie, salvo el lanchero, conocía donde estaba yo.

Dentro de mi ingenuidad, llamando así eufemicamente a mi estupidez, me bajé al agua “para girar el bote”. Idiota. Después ya no podía subirme. Estaba a merced de la corriente, abrazando el bote que me llevada directo al infierno.

A lo lejos, comencé a ver un hombre nadando en dirección hacia donde yo estaba. Lejos, pero después de unos minutos, estaba convencido que venía en mi dirección, nadando raudamente.

Era el Inge.

Yo me había alejado cerca de dos kilómetros (eso después me lo informaron) en dirección a la salida al mar. Aún así, el Inge aviso a la seguridad del Acuario mientras se lanzaba a nado por el hijo más idiota que tenía en ese momento. Nadó cerca de kilometro y medio antes de sentir un calambre en la pierna que le hizo detenerse para recuperar condición y seguir en mi dirección. En ese momento lo rebasó la embarcación del lanchero, avisada por la seguridad para que fuera por mí.

Hasta el día de hoy, no sé como se enteró mi padre dónde estaba. Tampoco recuerdo si me regañaron y castigaron, aunque también supongo que fue de ese modo. Lo único que recuerdo, es a mi padre nadando para alcanzarme.

Y que al verlo, yo sabía que todo estaría bien.

Castañeda puede detestar a su padre. Yo, puedo pelearme muchas veces con él, porque no estaremos de acuerdo. Pero no puedo soslayar el hecho de que, pasé lo que pasé, ese hombre iría nadando al infierno por mi.

Aunque sea para regañarme.

Gracias Inge. Por todo.

 

 

viernes, 24 de junio de 2011

CIUDADANO DEL MUNDO

Ayer paso algo que me hizo recordar. Sentado cenando en la calle, frente a mis ojos atropellaron a un perro. No era un perro bonito, ni de raza elegante, con rimbombantes curvas o despampanante pedigree. Un simple perro, como miles.

El animalito se paró como pudo y se apartó del asfalto, aullando de dolor. Difícilmente pude quitarle los ojos de encima y tratar de no escucharle gemir de dolor. Aún siento el hueco en el corazón. Y como mi mente repetía como un mantra “Recuerda. No puedes salvarlos a todos. Recuerda que no puedes.”. Pero eso no me quita la congoja.

Hace años hubiera corrido a él. Lo hubiera levantado, lo hubiera llevado al veterinario, lo hubiera tratado de curar. Esa parte de mi naturaleza creo que nunca se irá. Y el no poder realizarla me llena de congoja.

Pero no puedo salvarlos a todos. No puedo. No solo. Tengo que repetírmelo todos los días cuando se me van las cabras al monte y trato de hacer cosas como esas. Como darle dos pesos a gente que se me acerca porque se murió la abuela, porque se esta rehabilitando, porque no tiene qué comer. Me aguanto no darle a los niños, porque sé que alguien más lo envía a pedir para mantener un maldito vicio, aun cuando tiemblo de rabia de que le están destrozando la infancia.

Un día escuché a una celebridad decir, que era ciudadano del mundo, porque era de todos lados, vivía temporadas en muchos países.

Pensé “Si es ciudadano del mundo, debe dolerle la gente de todos los lugares del planeta. Toda la miseria humana. Eso debería significar ser ciudadano del mundo”

Sí. Esa es mi definición de ese popular término. Para serlo, hay que ser émpata con la Humanidad. Deber importante en la medida de tus posibilidades lo que acontece en este lugar, que es la parte que a mí alguna vez se me estaba desbordando. Poner tu grano de ayuda en los problemas locales, en los acontecimientos mundiales, en las causas que puedas pelear.

No se puede ser humano sin ser ciudadano del mundo. No se puede ser humano sin que te duelan los que están a tu cuidado como los animales y el planeta. No se puede ser humano sin que te duelan los otros siete billones de humanos en el mundo, sin que te duela la gente que muere de hambre en África, los que mueren en guerras estúpidas y fratricidas en Medio Oriente, sin que te duelan los 40,000 mexicanos que han muerte por culpa de la guerra del narcotráfico, sus innumerables desaparecidos, sus viudas, sus huérfanos, sus madres desconsoladas, sus padres demudados.

Por eso somos ciudadanos del mundo. Porque no podemos cerrarnos al mundo, porque no podemos ignorarlo, porque tenemos que hacer algo por él , porque tenemos que tomar una causa y abanderarla. Sólo una causa, por lo menos.

No podemos estar en todas las guerras. No podemos estar en todos los frentes.

Escojamos uno y defendámoslo. Ese es el sentido de la unidad.

Algunas de las causas que podemos abanderar:

Cartoon Network y un Kilo de Ayuda juntos combaten la desnutrición infantil.

La marcha contra la violencia sexual contra las mujeres: La Marcha de las Putas en Morelia

Guía de separación de desechos sólidos y reciclaje hecha por el IPN

Santuario para perros Milagros Caninos

Fundación “Sólo por ayudar A.C.” de Lolita Ayala

Fundación Lazos A.C. para la educación.

martes, 14 de junio de 2011

LA TORTUGA EN EL POSTE

Un joven está paseando por la plaza de un pueblo y decide tomar un descanso.

Se sienta en un banco, ocupado por un señor de más edad. Naturalmente, comienzan a conversar sobre el país, el gobierno y finalmente sobre los Legisladores y similares.

El señor le dice al joven - "¿Sabe? LOS LEGISLADORES Y DEMÁS, SON COMO UNA TORTUGA EN UN POSTE."

Después de un breve lapso, el joven responde - "No comprendo bien la analogía... ¿Qué significa eso, señor?"

Entonces, el señor le explica: "Si vas caminando por el campo y ves una tortuga arriba de un poste de alambrado haciendo equilibrio

¿Qué se te ocurre?"

Viendo la cara de incomprensión del joven, el hombre continúa con su explicación:

  • Primero: No entenderás cómo llegó ahí.
  • Segundo: No podrás creer que esté ahí.
  • Tercero: Sabrás que no pudo haber subido solita ahí .
  • Cuarto: Estarás seguro que no debería estar ahí.
  • Quinto: Serás consciente que no va a hacer nada útil mientras esté ahí.

"Entonces lo único sensato sería ayudarla a bajar."

EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES , HAGÁMOSLO BIEN, TRATEMOS DE QUE NINGÚN ANIMAL SUBA AL POSTE.

viernes, 20 de mayo de 2011

EL FIN DEL MUNDO POR LA FE, PRIEST Y SAVING GRACE

 

Ayer fui al cine a ver Priest, el Vengador. Cinta extraída de un cómic que no leído, lo cual es raro. El argumento: una orden de Sacerdotes o Padres, con características de combate super humanas, han salvado a la Humanidad de una debacle contra una raza de vampiros a costa de que la especie sobreviva en unas pocas ciudades amuralladas a través del orbe.

Y después de ello, los Padres son tratados como indeseables. Cumplida su finalidad, no hay nada para ellos en la sociedad que se ha formado, una sociedad puritana dónde la Iglesia se ufana de proteger a los ciudadanos, de ser el único refugio contra la iniquidad, el pecado y la podredumbre de la carne.

El protagonista debe salvar a un pariente muy querido, a costa del dogma fundamental de este nuevo Orden: ya no hay amenaza de los Vampiros. Nosotros te protegemos . . . mientras hagas lo que decimos. “Desafiar a la Iglesia es Desafiar a Dios”, su leit motiv.

Priest debe decidir: salvar a su sobrina o mantener el status quo de una sociedad que  le desprecia después de haber cumplido su meta, la erradicación de los vampiros.

“Ten fe y mantén el orden.” es la exigencia de la  Iglesia. Fácil para un prelado que no perderá nada con la muerte de la chica. Difícil para alguien que ama lo que tiene.

Hay dos puntos que a modo personal me sentí identificado con el protagonista.

Entra a un confesionario tecnológico, con un identificador de voz el cual le reconoce. En la pantalla holográfica, una imagen del prelado que escucha su confesión. Cuenta un sueño, una remembranza de su pasado como guerrero. La pantalla  salta un poco en la imagen, por un momento se observa el mensaje “Loading Answer”. El sacerdote virtual le espeta una respuesta prefabricada y pide que no se preocupe.

Reconocí en ella la  última vez que me confesé, hace muchos años. Con una respuesta mecánica, sin sustancia, sin el mínimo de asombro o interés de parte del  padre que me la estaba dando. Mi cara de asco y decepción debió ser igual a la del protagonista.

El segundo punto. El cuasicompañero-patiño de Priest hace una pregunta casi tan tajante como los monseñores de la Iglesia. Una pregunta moral, la cual el público generalmente contestará con un inmediato “Sálvala a toda costa”. Priest responde con una frase que digo a menudo, y que causa controversia siempre que lo hago: “Hago lo que debo hacer”. Sin tintes moralistas, ni asomos de maldad por ningún lado. Mecánica y analítica la respuesta.

Si. La cinta marca algo que me repugna constantemente de las Iglesias. De todas. Su politización y falta del espíritu de compasión que en sus inicios les permea. A algunas. Otras nacieron  pútridas, pero no heriré susceptibilidades.

En lo particular pienso que Jesús en su Segunda venida o Parusía, cuando observe lo que han hecho en su nombre sus agremiados, se clavará él solo a la Cruz. De nuevo.

Eso me lleva a pensar, en ese tan cacareado Juicio Final por el norteamericano Robert Fitzpatrick,  que sucederá mañana y estamos informados de ello por un pastor llamado Harold Camping, cuyo cálculo esta  basado en la numerología. Creo que nadie le ha dicho a este ilustre patriarca que el Dios que sigue prohíbe ese tipo de prácticas en la Biblia. Quién soy yo para corregir a un elegido del Señor, puedo argumentar.

Diré lo mismo que cuando esta mañana mi pequeña sobrina Nanny me abrazó con miedo. No pasa nada. El mundo se le acaba a quién se muere. Y aún en ese caso, hay esperanzas de una vida eterna. Dudo. Es cuestión de fe, no de razón, opino.

Mañana lo sabremos. Pero mi fe es que no sucederá nada.

Acordándome del Dios en el que me gusta pensar, una canción acorde a la ocasión y de mis favoritas, debo decir: Saving Grace, de Everlast.

 

“God knows my name” . Los veo en el Juicio Final muchachos. Después del acontecimiento, yo les invito una cerveza.

miércoles, 11 de mayo de 2011

POCO SOBRE MI MADRE.

De mi madre poco he escrito en este lugar. Mi madre, siempre guía, siempre consuelo, siempre fortaleza de mis debilidades.

Es abrigo en la tormenta. Es sabiduría simple, sin retóricas. Sin medias tintas, mi madre diluye al mundo en su escueta opinión, según ella.

Ayer fue 10 de Mayo. Un día comercial, debo decir. En ocasiones, a los idiotas hay que recordarles que tienen madre, y que merece el agradecimiento eterno. Para eso es este día. Madre no es es sólo el acto de procrear un hijo. Madre es la elección de forjar una vida, de enseñarle valores, de darle forma a una existencia naciente.

Mi madre tuvo la elección de tener un hijo o no. Quiso tener un hijo. Tuvo la elección de cuidar o no, a ese hijo. Y me cuidó. No porque sus genes estuvieran en mí. Lo hizo porque desde su vientre, ella ya me quería, me dice. No porque me necesitara para ser madre. En una acto de simple fe, de infinito amor, mi madre me concibió con mi padre, para darle forma al amor que les une. Ese amor soy yo, mezcla de dos seres que se quieren a pesar del tiempo. Eso es un hijo, según mi madre: Un acto de fe al mundo, un acto de infinito amor.

Puedo dudar del universo entero. Pocas cosas creo que son ciertas. Pero del querer de mi madre, nunca he dudado. Lo veo en sus ojos. Por eso creo en el amor; porque mi madre me mira todos los días y sé con absoluta certeza que me quiere. ¿Cómo dudar de que la Humanidad tiene la capacidad de amar, si mi madre me lo ha demostrado toda la vida?

Mi madre me ha enseñado a amar sin miedo, con fe, con su ejemplo. Creo en lo bueno de mi especie, por ella. Ella me mostró lo mejor que tiene el mundo para mí. Me enseño lo malo que tiene el mundo para mí. Y la sabiduría para distinguir lo que es bueno y malo para mí.

No. No se engañen. Parir a un hijo no las hace madres. No una verdadera madre. Las hace madres los 18 años siguientes, cuando toman la decisión de enseñar a ese hijo a desenvolverse por si mismo. Cuando le muestran la vida en su esplendor. Cuando no lo hacen por sentirse obligadas, sino porque de ustedes nace hacerlo. Aprenden de su hijo, lo que es amor.

Ser madre no es sólo un acto biológico. Es una decisión de una vida. No de la de su hijo, sino de la suya. Por eso requiere valor, únicamente posible por una verdadera madre. Mi madre repitió esa decisión tres veces más. Me regaló tres compañeros para este viaje: un malhumorado hermano, digno hijo del Inge, una voluntariosa hermana, fuerte como roble y un pan de Dios, un cascabel, mi hermana pequeña.

¿Saben? Sí, el 10 de Mayo es un día comercial. Pero nunca le he dado flores a mi madre ese día. Porque se las llevo el resto del año. Para mí no hay un día especial para ella. Todos los días son especiales, porque ella esta conmigo. Y la llevo a comer al Italianni’s, compro sus pasteles del Sanborns a pesar de que creo que son puro merengue, la sonsaco para irnos a comer tacos a ese puesto donde hemos ido casi 20 años.

No hay dinero suficiente para pagar lo que ella ha hecho por mi en 33 años. Su cariño, su fe, sus cuidados, sus regaños, su apoyo. Su amor.

Por eso se lo pago siendo recíproco a su amor. Por eso, algún día, pienso hacer lo mismo por alguien más. El precioso regalo de SER en esta vida. El invaluable regalo de SENTIRSE AMADO en esta vida.

Gracias Mamá.

“-Brindo por la mujer, más no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos;
por la mujer que me arrulló en la cuna.

. . .

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dió en pedazos
uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

. . .

Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella . . .”

Guillermo Aguirre Fierro, El Brindis del Bohemio. (1915)

jueves, 14 de abril de 2011

BULLYING

En mi niñez, decir que no había bullying sería mentir. Honestamente yo no sufrí de acoso gracias a un pequeño detalle: a mis 10 años yo medía 1.70 mts. Eso puede desanimar al camorrista más bragado, si este mide 1.55, por lo general. Pero ya existía el Bullying, sólo que no le conocíamos como tal.

Los niños por lo general son crueles. No porque quieran serlo, sino porque carecen de la cortesía social que aprendemos con los años. Por eso un niño pregunta a un discapacitado porque le falta una pierna, porque el méndigo de la calle pide limosna, porque la vecina recibe una muñeca de trapo en Reyes cuando él recibió un Nintendo DS.

Ese tipo de crueldad no es intencional. Tampoco es gratuita, se basa en el hecho de observar nuestras naturales desemejanzas. No obstante cuando un niño empieza a amedrentar a otro por su físico, por sus lentes, por su peinado, el problema es la poca aceptación de las diferencias que al final, nos hacen iguales, por trillado que suene.

Recuerdo la masacre de Columbine. Como excusaron a los asesinos por ser víctimas de maltrato. Ahora un hombre de 23 años mata a 12 niños, buscando “vengar a la gente buena, inocente y noble, que es vejada en las escuelas”. Pobre excusa para no encarar sus miedos. 10 niñas. 2 niños. Sin excusa.

Mi mente no puede procesar lastimar a un niño. Es incapaz de comprender cómo hacerlo. Pero yo ya no soy un niño. He aprendido a respetar y festejar las razones que nos hacen diferentes individualmente. Celebrar la diversidad de gente que hay en mi especie.

Un día supe que el Nanobot era amedrentado para que le diera su sándwich a un compañero. Casi se me volteó el hígado de coraje. Cuando hablé con él, simplemente le enseñé el credo de la familia: “No ataques, no provoques. Pero siempre defiéndete. Nadie tiene derecho a lastimarte.”

El Nanobot me miró con sus ojos oscuros, tan negros como los de su padre. Dijo: “Él no me quita mi comida. Yo le doy la mitad a Aldebarán, porque en su casa no le ponen sándwich”.

Ahora sé, que a su corta edad, Erick sabe la diferencia entre el bien y el mal. Que a veces se comportará como un pequeño demonio porque es un niño inquieto. Pero de buen corazón.

Aunque de tiempo en tiempo, se pelee con sus hermanos, estoy seguro que sabrá defenderse. Que no lastimará a nadie en su camino. Eso, es la mejor defensa contra el mundo que le rodea.

Y cada día me convenzo más, que yo no estoy educando a estos niños. Sino que ellos, me educan a mí.

miércoles, 30 de marzo de 2011

NUBIA

Nubia es bajita, de rizos negros cerrados como tirabuzones. y tez bronceada. De mirada a veces dura , a veces melancólica. De risa fácil y ojos grandes que te descomponen en tus partes más ínfimas, para rearmarte de nuevo con una sonrisa.

Cuando la conocí me miró de abajo hacia arriba con enorme indiferencia. Huelga decir que la sobrepaso por veinte centímetros de estatura. No se atrevió a posar su mirada en mí más allá de los cinco segundos que le bastaron para mostrarme su absoluto desapego a que yo existiera. Quién iba a pensar en ese entonces, que seríamos tan buenos amigos.

Nubia es pequeña y de buen corazón. Recuerdo los días de melancolía que pasamos sentados en un banca de un parque de diversiones infantiles, fumando como chimeneas. Éramos jóvenes y obtusos, retando a la vida para descubrir que nos deparaba. Las tardes sentados a la vera de su piscina mirando el atardecer mientras elucubrábamos teorías de porque el mundo giraba como lo hace, de porque el amor nos eludía, de porque a pesar de ser completamente opuestos, en algún momento nos traicionaba esa alma romántica que yo ocultaba y ella siempre mostraba, haciéndonos idénticos y amigos.

Las lunadas en su casa. Las comidas. Su eterno suéter verde. La mirada perdida al horizonte. Lo poco cariñosa que era. Podría contar con los dedos de una mano las veces que me abrazó, tres de ellas en mi cumpleaños. Pocos, pero sustanciosos abrazos, pensaba yo. Poco, de lo bueno que llevaba en su interior, que nunca quería mostrar y que siempre se le desbordaba sin querer, con quien menos debía.

Ella lo entregaba todo, si alguien lograba llegar a ese espinoso páramo donde habitaba su esencia. Yo le vi en contadas ocasiones sufrir de amores. Consolé sus lágrimas con palabras a veces tiernas, a veces duras. Decía que no había un ser más duro que yo, para decir las verdades de una manera suave. Y después se recargaba en mi hombro para ver de nuevo el atardecer.

Años después, presencié algo que no debía, de alguien que ella quería. Callé, esperando que ese hombre hiciera honor al sustantivo, y confesara. No lo hizo. En un arranque de coraje y debilidad, ella flaqueó y cometió un error. Él reprochó su falta, como si fuera impoluto de errores, castigándola como si fuera una criminal de guerra. Yo no callé más.

Confesé lo que había visto. Sabia que ella tendría medios ahora para defenderse, pero al mismo tiempo, ganaba yo un enemigo. Un enemigo que nunca podría vencer, pues moraba en el corazón de Nubia, a pesar de todo, pues le amaba. Sabía que le perdonaría como le espeté ese día: “Ahora que ya sabes la verdad, ahora sí te tiene para perderte. Es tu decisión”. Al mismo tiempo, perdía una amiga. La verdad entre nosotros no estaba supeditada a la vocación de alguien más para entenderla. Era un compromiso de fé porque Nubia creía en mí.

Nunca me lo reprochó. Creo que jamás lo hará. Pero él no me perdonará jamás que yo no mantuviera el secreto de género, de hombres. Yo no quería a los hombres; yo quería a mi amiga.

Ahora son felices y tienen familia. Eso me consuela. Es dichosa, y aunque no puedo verla, eso me conforta en los momentos que encuentro las fotos dónde aparecemos, cuando paseo por San Cristóbal y recuerdo nuestro sinfín de anécdotas, cuando la nostalgia me atrapa y me lleva a su nombre de nuevo.

Mi amiga es feliz y es amada. La imagino llevando a su hijo de la mano, cargándole y contándole las historias de un tiempo en que éramos más jóvenes, acerca de un mundo primitivo dónde no había teléfonos celulares, la música se oía en LPs de vinilo, tomar tequila era de gente pobre y soñaba con el amor que le proporcionaría el calor de un hogar.

Nunca dejaré de extrañarla. Ella es bienaventurada. Eso me debe bastar.

Con cariño amiga. Con verdadero cariño.

viernes, 25 de marzo de 2011

EL SUMO INQUISIDOR

-Bien. Has logrado llegar hasta este sitio. Me tienes amarrado a la bondad de tu misericordia, al libre designio de tu noble voluntad- dijo, con gran tranquilidad el Inquisidor, inexpresivo de rostro desde su empotrado trono en la pared.

-No me extraña que estés aquí. Te esperaba eternidades atrás, preguntándome cuando sucedería la lóbrega noche en que vendrías, atravesando todo lo que tuviera a bien intentar detenerte. Sabía que no habría voluntad más fuerte que aquella que te anima. Eso lo admiro – admitió, con cierto resentimiento, mientras caminaba hacia él – Incluso, te esperaba con esa misma expresión desafiante, fría y templada.

Conocía de antemano que vendrías solo. Que esta conclusión sería una partida de ajedrez entre dos empeños por lograr un propósito a disgusto. Sé que no te gusta tu intención. Sé que a mi no me place la mía. Que ambos somos objetos del destino obligados a encontrarse de frente y chocar con estrépito para conocer la determinación de esta situación, de esta épica realidad. Todavía tu contradicción azota mente y corazón. Conoces que es lo correcto; aun así, no apruebas el método, más no desviaras el último golpe certero de tu acero.

Henos aquí. El final predecido.- suspiró, con cierta satisfacción.

-Yo conocía que venia.- contesté - Intuía que tú al igual que yo advertías de que este desencuentro se llevaría a cabo. El duelo de voluntades, de correcciones del destino a mi visión nos llevaría a este término aciago. Aciago en verdad, porque un día fuimos amigos. Me llevaste de la mano al camino que mi sombra ahora recorre.

¿Cuándo solté tu mano fuerte por desconfiar de tu entender?

Desconozco cuando aconteció. No veo cuando disentí de tu visión del mundo, la única que yo conocía. Pero un día lo supe. Supe que esta senda a pesar de que nos llevaba juntos, en algún instante nos separaría para alegar entre nuestras divergentes opiniones. Caeríamos en este dilema: en que tengo que acabar contigo para continuar transitando la vida. Acción en la que no hallaré placer – repliqué, con voz profunda y la amargura que te da el recuerdo de tiempos de gran solaz.

-Tu ya no eres el mismo espectro que yo conocí. En cambio, yo sigo siendo el hombre que tu conociste, el Sumo Inquisidor. Tu eres diferente. Eso es lo que nos hace padecer hoy. Es tu decisión de ser lo que eres este día, lo que nos enfrenta con cruda resignación. – aseveró más para sí mismo que para mi – Pero déjame darte un ultimo consejo. Una última advertencia, en nombre de los amigos que un día fuimos.-

-Escucho-

-Yo me iré, por tu mano. Pero otro vendrá. Es inevitable como la marea que horada la roca del acantilado que mira el océano.

Recuérdalo. Otro vendrá. Quizás estés preparado para él, ahora que me has conocido. Quizás no. Pero vendrá. Cierto estoy.

Entonces entenderás que lo único que le permitirá actuar, es la inactividad de un hombre virtuoso. La apatía de un hombre honesto. Siempre es la causa que les permite ejercer su influencia. Porque amén de ese siguiente, vendrá otro. Y otro. Subsecuentemente, siempre habrá uno en camino.

Recuérdalo. Siempre habrá uno.-

Me miró ya sin desafío, con la apacible resignación de aquel que percibe que su trabajo esta hecho.

Mirándole a los ojos, alcé la espada manchada de sangre.

La espada cayó, desdibujando la realidad a la que había estado atenido. Para dibujar, una nueva realidad.

lunes, 14 de marzo de 2011

RUIDO BLANCO

Sólo cerré los ojos apretándolos muy fuerte. Ningún impulso visual debía perturbar mi misión mientras apuraba un trago de mi cerveza casi con desesperación. Sentía la urgente necesidad de llegar al mareo mental, al aletargamiento de mi raciocinio, al imperante efecto del alcohol explotando mis neuronas.

Me concentré en el sonido. En el regusto metálico del líquido que recién terminaba de pasar por mi lengua, mientras apretaba los párpados como si quisiera soldarlos al resto de mi cabeza, mientras las luces que los atravesaban teñían tenuemente de rojo, morado, cobre y verde mi pupila.

“Demonios, no quiero colores” y bajé la cabeza.

Retumbaba en mi oído la estridencia del ambiente. Escucha, escucha, concéntrate en el ruido, concéntrate en la secuencia matemática, siente el ritmo.

Respira. Inhala. Olor a sudor, a calor, vapor de seres humanos concentrados, perfume de mujer. Perfume de mujer . . .

“Concéntrate, ¡Con un demonio!! '¡Hazlo!!”

Huele a testosterona. A feromonas de mujer . . .

Casi trabo la quijada de lo fuerte que aprieto. Súbitamente abro la boca y apuro de un largo trago los tres cuartos de cerveza que quedan. La arrojo y destapó otra, que succiono casi del gollete, con una mortal angustia.

“Escucha y huele. Sólo escucha y huele.”

Tambores rítmicos que truenan en secuencia tribal. Tan fuertes y aún así casi puedo oírlo, aunque no lo desee. Necesito escapar de eso que no quiero oír. Necesito más volumen, necesito más potencia. Me siento frente a una bocina. Retumba mi diafragma mientras el corazón se desboca con los beats.

Casi rugí. Solo escucho y huelo, mientras algo demoníaco se suelta dentro de mi. Algo primitivo, casi primario. Yo no deseo retenerlo. No más.

Las Luces neón. La Música electrónica. La intoxicación etílica. Todo para retomar un antiguo ritual, tan viejo como la Humanidad. Medios artificiales para lograr algo que la espiritualidad no logra darme.

Entre la luz, el sonido, los aromas. Sinestesia.

Lo escucho venir. Un zumbido, leve al principio, que va imponiendo su ritmo sobre la música. Wako shamán, que no me enseñaste esto . . .

De golpe. Una explosión en rojo blanco. El vacío. Un zumbido interminable. Una obscuridad infinita. Un olor a ozono.

Sonrío mientras me pierdo en ese espacio. En mi Ruido Blanco.

jueves, 3 de marzo de 2011

SOBRENATURAL

De niño conviví con dos tías que son personas, para el vulgo conocidas, como brujas, sanadoras o iluminadas. De ellas mucho puedo hablar, por la cantidad de información y detalles acerca de los fenómenos paranormales que ellas presencian.

Por otro lado, tengo una formación técnica y un espíritu imbuido en el método analítico. Descompongo las experiencias en partes mínimas y las analizo. Por ello, me cuesta trabajo creer en lo paranormal. Como alguna vez he dicho, si no es mensurable, ponderable y visible, en teoría no existe.

A eso podemos añadirle el hecho de que no soy la persona más sensible del mundo. Enfocado al hecho de lo paranormal, me refiero. Para otras cosas si lo soy. Pero esa vena, para detectar cosas que las demás gentes del tipo de mis tías logran, no, me temo que no.

En añadidura, a pesar de no creer, de no ser un true believer, me he esforzado por encontrar y demostrar lo sobrenatural. He ido a lugares específicos dónde se supone que aparecen fenómenos del tipo, ambientes especiales, jugado ouija, leído las cartas, ido a rituales dark en cementerios a medianoche. Incluso alguna vez fui a Cañitas, que quedaba cerca de mi escuela.

Pero nada. nunca he presenciado algo verdaderamente palpable, de ser catalogado como sobrenatural. Una explicación de mis tías, es que soy un amuleto contra ello. Que mientras yo este presente, nada ocurrirá, simplemente por el hecho de mi persona ahí. Incluso, alguna vez dice que se valió de esa cualidad mía para trabajar en alguna casa dónde había espíritus chocarreros o poltergeists.

Eso me recuerda, una película. No recuerdo el nombre, ni los actores. Eran Vikingos, en un viaje al Walhalla, en búsqueda de una preciada respuesta de Odín. Entre ellos, había un misionero cristiano. Y mientras los vikingos veían a sus dioses, las maravillas de Asgard, el puente del arcoíris cuidado por Heimdal, el misionero cristiano atravesaba las puertas, pateaba dioses, y reclamaba “¿Por qué le hablas a la pared? ¡ahí no hay nada!!”. Era el único que no podía verlos. Su fe en otra Divinidad le impedía hacerlo. Y al final, esa cualidad los salva es uno de los retruécanos de esa aventura.

Así que yo soy el misionero cristiano. Obligado a no ver lo que los iluminados ven.

Aún así, no pierdo la esperanza. Algún día he de ver algo. Por ello, de vez en cuando, cuando no puedo dormir, salgo a caminar la madrugada.

Estoy seguro, que algún día, algo aparecerá.

Y tal vez, en ese momento, lamente mi empeño. Pero es una aventura más, que no puedo despreciar.

jueves, 17 de febrero de 2011

NEW DIRECTIONS o de Cómo mi hermana despierta a una familia.

La risa de mi hermana es contagiosa. Es un cascabel. Nunca deja de reír. La vida podrá patearnos, pero algo con lo que cuento a pesar de mis histerias y mis neurosis, es de la sempiterna risa de mi hermana @Mimichelina dándole fondo y soundtrack a la tragicomedia que es la vida.

Pero a la vez es callada. Pocas veces sabes lo que piensa. Callada y discreta, es como de la nada, este martes nos sorprende con la noticia de una beca para un diplomado nada menos que en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Quisiera pensar que siguió mis pasos: hizo una carrera labrada en esfuerzo con una beca en una universidad de paga. Callada, se perdió fiestas, se desveló, se estresó y le dieron ganas de matar a alguien. Pero continuo, haciendo en realidad su propio camino.

Ese día, yo no podía menos que estar en su ceremonia. Estuve ahí para ver la entrega del reconocimiento. Para ver a mis padres emocionados de su hija. Charlé con el Rector de su Universidad. Observaba cuando la entrevistaron. Cuando se le saltaron la lágrimas de orgullo al Inge. Cuando mi madre sonreía mirando como tomaban la foto del recuerdo.

Y su hermano se hincha como pavorreal de orgullo. Recuerda a la niña que se colgaba de los faldones de su gabardina y le decía que quería jugar. Recuerda a la adolescente que festejaba mis puntadas, mis sarcasmos, mis ironías. Que las aprendió tan bien que hoy es ella la que me asaetea con sus palabras y no puedo menos que reírme de su ingenio. Ella hoy es la estrella que me alumbra con su dedicación, con su esfuerzo.

Mi hermana @Mimichelina es ahora una mujer. No sé cuando paso. Sé que yo estuve ahí, y a lo mejor algo tuve que ver con lo que ella es ahora. Pero no puedo parar de sonreír de ver hasta dónde ha llegado. Y a dónde podrá llegar.

Ahora es ella la que me enseña, que nada es estático. Y yo recuerdo que la vida es un movimiento perpetuo, dónde el que no se mueve muere un poco con el paso de los segundos. Ahora, yo soy el que debe seguir su brillante ejemplo, y buscar nuevas direcciones, nuevos destinos.

Mi hermanita conocerá el mundo.

Estoy que no entro de orgullo de ello.

Para ti hermana . . . THIS . . . IS . . . SPARTA!!!

:D

martes, 8 de febrero de 2011

OUR DARK SIDE

Entre vinos y botanas, se descubren verdades sorprendentes. Una de ellas apareció, como suelen aparecer las verdades: limpia y llanamente frente a nuestra estupidez, antes nuestra idea de obviarlas.

Este sábado, departía con dos viejos, viejos amigos. Y una nueva amiga. Entre vinos y licores, cuál cantina perdida entre laberintos de dudas y vaivenes de la vida.

Sabido es que el alcohol afloja los goznes de la lengua e invita a la introspección amén de la reflexión. Y de la irreflexión, diría yo.

Empezamos a repasar nuestros puntos obscuros. Nuestras historias Non Santas, aquellas que cuentas en voz baja, a veces muerto de la risa, a veces rubicundo de vergüenza, pero siempre con el ánimo de que tienes al menos una historia que contar.

Uno de ellos contó una historia de esos amores paganos, llenos de perfidia y deseo. Yo me limité a escucharle, mientras al calor de las copas contaba su versión de la historia. Sentado en una escalera, le escuchábamos mientras al fondo miraba las estrellas a través de un enorme ventanal.

No es una historia que no conociera. Pero con la boca floja de los efluvios etílicos, mi amigo se expresaba con suma elocuencia, mientras detectaba la emoción que le embargaba. En el punto culmine de su historia, creía en el deseo puro y la intención noble de los dos protagonistas de la historia.

Hasta que habló ella. Casi sentí retumbar la tierra cuando le llamó “pendejo”. Cuando lo bajó de su nube y le espetó que simplemente él creía que estaban jugando. Cuando en realidad estaban jugando con él. Que los hombres en general éramos demasiado simples para jugar con las mujeres un juego en que ellas por mucho nos superan en astucia y perspicacia.

De inicio, tuve el mismo impulso que mis compañeros. Argumentar y defender a mi género ante la eterna guerra de los sexos. Pero caí en cuenta de algo. Si algo me han enseñado los últimos años de mi vida es . . . que en verdad son más inteligentes. Son más astutas, agudas y vivaces que nosotros. Miden y mueven las fichas de su tablero con excelsa maestría, mientras los hombres perdemos de vista todo menos la visión de la única ficha que creemos, nos hará ganar.

“Ella tiene razón”- dije-“Ella esta en lo cierto”

Me tacharon de traidor a mi sexo, maricón, afeminado y demás bobadas usuales. Pero conforme escuchaba los argumentos de ella, entendía porque los hombres jamás podremos vencer a una mujer en una historia del corazón.

No somos tan complejos como ellas. No visualizamos más allá del objetivo inmediato.

Mientras ellas pueden quedarse en la parte oscura de la luna, a nosotros tarde que temprano nos pega la luz. Somos inocentes, tratando de jugar a la locura.

No es una generalización. Ellos generalizaron. Yo entendí que hablamos de un tipo de hombre. De un tipo de mujer. De los indefenso que esta ese tipo de hombre ante ese tipo de mujer.

Yo creo, que todos los seres humanos tenemos un lado Oscuro. Algo que nos evoca a portarnos de maneras no convencionales para nuestra sociedad. Es igual de poderoso en ambos géneros. La diferencia obvia es la superior inteligencia de la mujer. Su lado Obscuro.

Ese lado Oscuro de la Luna.

viernes, 28 de enero de 2011

ESCRIBO PARA SABERME

Yo no sé escribir. Lo declaro con la mano en el corazón, porque decir que sé escribir es insultar a aquellos que han cursado alguna carrera que llame a las buenas letras. No, yo no sé escribir.

Yo sé de reglas gramaticales, de tildes , acentos y diéresis. De conjugaciones verbales y tiempos extraños. Sé de versos endecasílabos, rimas sonantes y asonantes, de escribir haiku en el tiempo libre. Y aún así, no sé escribir.

Yo escribo por manía. Comencé a escribir hace muchos años, no por la necesidad de expresarme. Lo hice por el placer de ver la tinta correr a través de la pluma fuente que me regaló mi padre, sobre el blanco papel. A pesar de mi letra poco hermosa, siempre tuve atracción por el practico contraste entre la tinta negra y el papel, como se deslizaba la punta cromada dejando su firma a través de un texto.

A veces sólo escribía miles de veces mi nombre. A veces sólo conectaba palabras inconexas entre si. Muchas ocasiones escribí el nombre de alguien más.

Crecí, y ello me encontré una herencia de mi abuelo: una máquina de escribir mecánica. Aún siento como retumba en mi el poderoso sonido de un tecla impactando contra el rodillo de goma mientras desplaza el carro. Recuerdo su rítmico golpeteo mientras mi madre redacta los oficios del abuelo. Con ello, adoré el sonido de la máquina. Comencé a escribir en ella, en los reversos de oficios legales, de cuentas por cobrar, de hojas de contabilidad. Mi placer es ver la letra plasmada.

Hoy escribo en el Ethernet. Es un medio masivo para comunicarte con el mundo. Hoy escribo para expresar algo, al fin. Pero soy egoísta. No escribo para comunicarme. Escribo para entenderme, para razonarme. Realizo esto porque al ver la palabra escrita de lo que viene de mi mente, entiendo un poco más quién soy. Arrojo luz sobra las sombras que moran en mi cabeza.

Cuando me veo escrito, comprendo a veces lo que soy, lo que siento, porqué reacciono y cómo reacciono. En un ejercicio pleno de honestidad me escribo como mi mente me imagina, me describe y suscribo conmigo mismo. A veces escribo como me sueño, como me vivo y como me pierdo.

Pero al final es un ejercicio patente de egoísmo, más no de egocentrismo ni de egolatría.

Soy yo, explicándome como soy. Y si al mundo de algo le sirve. Heme aquí.

En mis propias palabras.

viernes, 21 de enero de 2011

PERCEPCIONES

La percepción es subjetiva. Pocas veces podrá ser objetiva y depende del entorno, la educación, los valores e incluso hasta la salud del individuo al que pertenece.

Cuando estamos de acuerdo con la percepción de alguien sobre algún asunto, es porque generalmente nuestra propia imagen mental de tal asunto va por el mismo tenor. Es decir, de haber sido la percepción original la nuestra, habría variado muy poco con respecto a la otra.

En ese meollo básico, encontramos las discordancias que hay siempre entre varias personas del mismo asunto. Pregúntele a un policía, por ejemplo, como 5 personas testigos de un mismo suceso, variaran sus versiones sobre lo que sucedió. Su trabajo en ese momento, es hacer un concentrado de todas esas impresiones y tal vez sacar un resumen general de lo que en realidad sucedió.

Un suceso bochornoso sucedió en la empresa. Del cual pueden atestiguar 5 personas, que éramos lo que estábamos ahí. Participes dos personas, testigos cinco, entre ellos yo.

Yo no tengo preferencia por ninguno de los dos individuos. En lo particular se m hacen igual de insoportables. Pero reconozco una cosa: como uno provocó arteramente al otro hasta que se liaron en un gresca verbal y después pasaron a lo físico.

Pero a la hora de la recreación de los hechos en presencia del director general, la recreación favoreció al provocador. Según todos, no hizo más que defenderse de un comentario que a nadie le consta que el otro haya hecho. Pero dentro de la impresión general, esta ese pequeño detalle: alguien imbuyó en la mente de los demás, la absoluta certeza de que el comentario fue hecho.

Así que alguien fue jalando los hilos, hasta dar con el único testigo presencial del famosos comentario. Yo.

Ahí fue cuando mi percepción fue decisiva. Yo dije la verdad. Las palabras si eran correctas. Si lo dijo así. Pero el tono de voz, no era el correcto. El “ofendido” alegaba insidia. El agredido alegaba broma.

Y si. Si lo dijo en son de broma. Un tanto inocente. Un tanto estúpida. Pero broma.

Pero el tono de voz era lo decisivo. Eso fue lo que salvó a ese hombre y su empleo. Un detalle mínimo como lo es una entonación.

Al final, el “ofendido” se acercó y me dijo “Tanto que me costó que los demás creyeran que sí lo había dicho con sorna. A ti tampoco te agrada, era la oportunidad de que se fuera. Lo echaste a perder.”

Francamente, no iba a perder tiempo discutiendo con un tipo así. Esbocé una mueca de sarcasmo y dije “Platón es mi amigo. Pero más mi amiga es la verdad.”

Dudo que lo entienda. Pero mientras recogía mi mochila y emprendía el camino a casa, no podía importarme menos.

viernes, 14 de enero de 2011

UNA LUNA PARA ARMAR

La imaginación te llevara a sitios lejanos. Te permitirá viajar a donde la luz no llega y solo arriba el pensamiento. Preguntará cosas que ya no crees, que vale la pena preguntar.

Durante las noches de plenilunio, la ventana de mi cuarto se llena de luz. Directamente la Luna se asoma en todo su majestuoso esplendor. Ahí fue dónde el pequeño Mickey la vio por primera vez.

“¿Que es eso Tito?” – preguntó a su abuelo.

“La Luna, pequeño Mickey” -

“¿UNA???!!!”- respondió sorprendido.

De ahí en adelante el niño preguntaba y se asomaba por la ventana, siempre buscando la Luna. Es común que yo le encuentre en el antepecho de la ventana hincado sobre una cómoda, escudriñando el cielo buscando su astro favorito.

Pero hace unos días, regresando del gimnasio, había una añadidura. El pequeño Mickey buscaba en el cielo, debajo de una manta colocada suavemente sobre su cabeza, aferrada por sus pequeñas manos al pecho.

Cuando lo vi, me desconcerté. Cuando pregunté, mi hermana @Mimichelina me explicó que sucedía.

Me acerqué a él.

“Mickey” – casi susurré

“Oseph” – me miró con sus grandes ojos

“¿Que haces pequeño?”-

“Osep. La Una” – me miró sorprendido -

“¿Que tiene la Luna?” – repliqué

“OSEPH. LA UNA SE OMPIÓ EN PEDACITOS. ¿ME CAERÁN EN LA PABEZA?” – casi con angustia dijo.

Lo comprendí todo. La Luna había pasado de llena a menguante. Mickey creía que se había ido rompiendo a través del tiempo.

La manta, esa mantita, era para protegerse de los pedacitos de la Luna que se rompió en el cielo. Dentro de su inocente concepción del mundo, la Luna se había roto. Y su cobija era protección contra todo.

Y recordé cuando era niño, cuando el cobertor de mi cama era capaz de repeler miedos, de echar afuera al Coco, capaz de ahuyentar a la Llorona, de escudarme de los miles de peligros que la noche significaba para mi.

Lo cargué envuelto en su cobija, abrazándole y pegando mi mejilla a la suya.

“Mickey, la Luna se arreglará sola. Sólo tienes que esperar” -

“¿O pometes?” -

“Si amor. Lo prometo” -

Y me senté con él, a esperar que la Luna se arme de nuevo.

martes, 4 de enero de 2011

Y DE REPENTE QUE ATERRIZO EN 2011

Después de mis DOS semanotas de vacaciones (que terminaron siendo como 4 días, pero eso se los cuento en el otro blog ;-) ), que aparezco con toda la pandilla de la empresa a trabajar. No es que no me guste hacerlo, pero bueno, las vicisitudes de mi vida laboral, no es tema de este post. Como dije, para eso esta el otro blog.

Desde hace siete años, el Año Nuevo es para mi como que cualquier cosa, desde que nació el Nanobot, precisamente en esa fecha. Estoy más atento del cumpleaños del canijo ladilla ese que del fin de un ciclo y el inicio del otro. Por si alguien lo recuerda, tampoco hago propósitos de Año Nuevo. No les hallo sentido. Cuando quiero realizar alguna empresa, lo único que hago es actuar. No planeo con antelación y fechas cuando quiero hacer las cosas. Un día dije “Voy a aprender a a bailar”. Al otro día ya estaba yo inscrito en una academia de baile de salón. Soy un asco, pero me divierte bastante :-). No, creo que ya no lo hago tan mal.

Pero cuando llegué a la empresa y vi a todos ufanamente mostrando sus ideas para renovar su vida, en verdad pensé que es más seguir la moda pregonada por los medios de comunicación, que tener una vocación por el cambio. Solo así me explico que alguien que no ha hecho nunca una dieta o ejercicio, traiga sus StepGym, o como se llamen esas madres. O que alguien me diga “Voy a ser menos enojón”, y 10 segundos después despotrique contra su jefe a voz en cuello.

Pero bueno, los seres humanos necesitamos parte aguas. Por eso iniciamos y cerramos ciclos. Para marcar cuando iniciaron nuestros cambios, dónde estamos y a dónde queremos llegar.

Por eso cuando me preguntaron “Joseph, ¿Cuales son tus propósitos de Año Nuevo?”, solo respondí “No sé. Tengo todo el año, para averiguarlos.” Y divertirme en el proceso :-D