miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA HISTORIA DEL INSOMNIO

Una noche llegó a casa acompañando al Inge. Lo recuerdo como si el tiempo no hubiera pasado, cuando bajé a verlo y a través del ventanal del vestíbulo lo miré. A mi me parecía color blanco, pero mi padre insistía en que era azul polar. Lo decía en la tarjeta de circulación claramente: “Volkswagen Sedán modelo 1986. Color: Azul Polar ”

De ese modo fue como llegó el Insomnio a mi vida. Tenia yo 9 años.

Estaba destinado a ser el carro de mi madre. Y lo ha sido siempre. Oficialmente es suyo, aún cuando hace ya mas de 15 años que no lo maneja regularmente.

Es un tipazo. El mejor compañero de aventuras que pudo haber elegido el Destino para mí. Debo aclarar un detalle: detesto manejar. No me gusta. Pero manejar el Insomnio es otro cantar.

Ese carro me llevó a la primaria, secundaria, preparatoria, Universidad y a mis primeros trabajos. Pequeño, no muy destacado, pero recio como él solo. Implacable en su andar, nadie espera nada de él. Pero ha sobrevivido a generaciones de carros más jóvenes, que han pasado por nuestra vida, sin dejar tanta huella.

¿Cómo olvidar a mi madre y a mis hermanos esperándome afuera dela secundaria ahí sentados, aún cuando ella odiaba manejar la vía López Portillo? ¿Cuántas cajetillas de cigarros me fumé con tantos amigos repantigado en él, mientras arreglábamos el mundo? ¿Cuántas veces me sacó pitando la mona de algún lugar “peligroso”? Podía caerse el mundo, pero sabías que el Insomnio seguiría ahí, fiel, aún dentro de sus descomposturas, de sus achaques, de sus 24 años de servicio ininterrumpidos.

Entre mis amigos es leyenda. Hay gente que no he visto en años, y lo primero que me pregunta es “¿Aún tienes al Insomnio?”. Llevaba a su casa a la hoy esposa de uno de mis mejores amigos. A otro lo llevaba a pedirle perdón a la novia cuando metía la pata. ¿El Dato increíble? Aparece dos veces en Google Street Views: fuera de mi casa y fuera de mi trabajo. También aparece en Google Earth. En ese carro casi nació mi sobrino El Nanobot, camino al Hospital de la Mujer. Llevó a Mickey y a Nanny a sus primeras revisiones pediátricas. Hoy, me siento en el jardín a ver como están los tres sentaditos en él, viajando a los lugares que su imaginación les permite.

Por lo general soy muy paciente. Pero si quieres ponerme de malas, insúltalo. Hay gente a la que no la he vuelto a dejar subir después de realizar tal acción. Será un carro humilde y económico, pero soy fiel a mi filosofía: Respeta lo que los demás son.

Somos dos de una especie. Demasiado necios como para saber cuándo darnos por vencidos. Caminó cerca de 6 meses con una cabeza y dos pistones reventados. El mecánico aún no se explica cómo lo hacía. Nadie espera nada de nosotros, y sin embargo, podemos sorprenderte tanto. Hacemos lo que la gente no espera que podamos, y más.

Por eso hoy, pienso que es tiempo de agradecerle todo el tiempo que ha sido fiel, y mandarlo como a Rocinante, a Bucéfalo y a Babieca, a reposar en pastos más verdes. Él se convertirá en un auto clásico, a sus ya casi 25 años de haber llegado a mi vida, esperando cumplir algunas tareas de honor que aún le tenemos asignadas, y yo tendré que conseguirme un nuevo compañero de juergas.

Pero olvidar todo lo que el representa para mi familia, no. Eso jamás. El escudo de Armas de mi familia son dos ríos en azur y plata sobre un campo de oro. Eso dice la heráldica.

Entre esos dos ríos, yo pondría la efigie del Insomnio. Creo que nada nos representaría mejor :-)

miércoles, 22 de septiembre de 2010

SEÑALES

Yo no creo en lo sobrenatural o lo esotérico. Mi formación de Ingeniero me dice que si no es mensurable, catalogable o visible, entonces no existe. Mi única excepción a esa regla es el buen Dios. Por cierto, tampoco me consta que existe; es un dogma de mi propia fe, pero de eso hablaré en otra ocasión.

Pero hubo un tiempo en que creí en las señales. No de entidades sobrenaturales, no. Sino de Dios. Es difícil reconocer que a veces pensaba que Dios me hablaba por esas señales. Como dice House “Si eres religioso, hablas con Dios. Si Él te contesta, entonces eres esquizofrénico”. Si, no le hago caso a las voces en mi cabeza. Uno, porque sé que una es mi consciencia, y la otra, soy yo contestándole a la anterior. Ninguna de ellas puede pasar por Dios.

Pero en las señales si creía. Hasta que una vez pasaron tantas señales marcando un solo hecho, algo que por lógica, debía pasar. Si tantas veces todo apuntaba a lo mismo, debería suceder ¿no?

Bueno, aún después de dos o tres años de señales, no sucedió nada. He contado esa historia y sus señales a diferentes personas, con diferentes protagonistas, con diferentes situaciones, pero manteniendo fieles los hechos ineludibles. Todo apuntaba a un resultado lógico. Mismo que nunca pasó. Y todas las personas concluyeron lo mismo. Eran señales de que eso debía ocurrir.

Conclusión: Ya no creía en las señales. Si, dije “creía”.

Hace cerca de dos semanas, caminaba meditabundo de noche, viendo al suelo. Por guasa, me hice una pregunta al coleto e impliqué en ella el verbo “morir”.

Cuando alcé la cabeza, frente de mi, en la pared, había un claro símbolo que significa “Muerte”, cuando aparece.

Paso seguido por ahí. Y no estaba antes.

Se me erizaron los cabellos de la nuca.

Apreté la quijada. Eché a andar de nuevo, pensando en que había sido una absurda coincidencia. Pero formulé otra pregunta sobre mi persona.

Y una hoja de papel golpeó contra mi pecho con el aire. Y la imagen de una figura mítica modernizada en películas de hoy, se presentó a mis ojos. Y recordé su historia. Y como terminaba.

Y sólo me pregunté . . . ¿me estaban dando las respuestas que pregunté? No las que quería. Las que pregunté.

Dos semanas después, coincidencia o no, AMBAS acertaron.

No me gustaron. Pero acertaron.

El Karma ha cobrado su cuenta. De nuevo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

UNA ELEGÍA AL CELULAR

Elegir al reemplazo, ese no fue un problema. Mi viejo celular era un aparato temperamental: a veces se oía, nunca tenía señal, no llegaban los mensajes, ni se enviaban. Completa calamidad.

Así que el sábado me armé de valor, bueno francamente fue más de hartazgo que de valor, y salí decidido a comprar uno nuevo. El problema conmigo nunca ha sido que haga las cosas, porque en esa parte sí soy enérgico. Ha sido que me decida a hacerlo. Y en este caso la decisión estaba tomada.

Mi viejo Sony Ericsson K550i estaba condenado a ser reemplazado, y lo fue. El cambio fue absoluto.

Ahora, lo que me estoy dando cuenta, es que está resultando como una mudanza a casa nueva. No por el aparato en sí. Por los recuerdos que trae consigo.

Escogí ese modelo, por la cámara fotográfica. Y las imágenes que con ella tomé, me trajeron grandes recuerdos. Viajes, conciertos, bares, discotecas, nacimientos, defunciones están ahí. Sobrevivió a dos Vive Latino, tres conciertos de Zoé, dos de La maldita Vecindad y todavía estoy descargando sus últimas fotos, el concierto del Panteón Rococó. Se defendió como los grandes cuando se me cayó en el slam de La Castañeda, cuando rebotó en las escaleras de mi casa cortesía de Miguelito, mi sobrino y a dos que tres lanzadas por la ventana en borracheras, gracias a mis amigos. Siempre aterrizó en terreno blando, suertudo él.

Revisar los contactos telefónicos, fue casi lo mismo. Tanta gente que ahí esta. Gente que me ha acompañado toda la vida. Gente que nos acompañamos en un trayecto de nuestras vidas. Gente que se fue y ya esta en el Lugar Mejor, donde todos esperamos estar algún día. Seleccionar quienes pasan al nuevo celular, porque es incompatible la agenda en ambos casos, y tendrán que pasar a mano.

Los SMS. La memoria estaba atiborrada de ellos. De un tiempo para acá, siempre tenia este mensaje “La memoria de SMS esta al 95%. Borre algunos”. Y yo resistiéndome a hacerlo, porque ya mi memoria no es tan buena como antes y había mensajes memorables que recordar. Cosas que había olvidado que estaban. Viejos amigos. Nuevos amigos. Todos mezclados en una democracia que sólo compete a mi consciencia y sólo a mí atañe entender.

Si, había muchas cosas que recordar, conservar y reemplazar.

Pero como al inicio de este viaje, pensé “Una nueva vida no era el fin. Era un nuevo y maravilloso principio.”

Conservo mis recuerdos del pasado. Pero ahora tengo fé en otra cosa: en los nuevos recuerdos que llegarán, provenientes del futuro.

Nunca pensé que un cambio de teléfono, pudiera volverse tan metafórico. . .

viernes, 10 de septiembre de 2010

DIARIO DE GUERRA 16-13-56/10-09-2010

Después de haber faltado a trabaja el día de ayer, pensé que encontraría esto hecho una mezcolanza de problemas y enredos. No fue así. El azar fue pródigo conmigo y nada que pudiera ser seriamente una falla sucedió. Da gusto saber que por lo menos todo lo que he trabajado en este tiempo para que el sistema funcione hasta en caso de que yo me incapacite 15 días, ha servido de algo.

Fue un día raro ayer. En verdad lo fue.

Es de esos que no esperas tener, hasta que aparecen reptando a la puerta de tu casa, pidiendo pasar por favor. Cosas que no esperaba sucedieron ayer, en una escalada de maniobras por parte del Destino hasta el día de hoy, que me tienen bastante sorprendido.

Jamás pensé que tuviera que multiplicarme tanto. Trabajo, familia, salud . . . y ahora “esto”.

No, “esto” no me lo creo. Nunca pensé que pasaría.

Bien dicen, que se oyen más plegarias por los deseos concedidos, que por aquellos que no fueron escuchados. Pero bueno, ni en mis sueños más locos, pensé que sucedería.

Bueno, ni modo a capotear.

Próxima parada, Panteón Rococó. Siguiente parada, Big Red. Última parada, Avalon.

martes, 7 de septiembre de 2010

AQUELLA TARDE FRIA Y EXTRAÑA . . .

. . . soplaba el gélido viento que venia del norte, mientras nos sentábamos en la esquina de la terraza de ese café, que rememorabas, te gustaba tanto.

Mientras oía tu charla me arrebujaba en mi chamarra, viéndote a los ojos. Decías que no te gustaba mirar a nadie a los ojos, mientras tratabas vanamente de perderte de los míos. ¿Por que huías? Eso no lo sabia. Pero después de dos sonrisas, se te olvidaba que te tenías que perder de nuevo y proseguías esa danza de mirar detrás de mi, mirar hacia la calle y regresar de nuevo a mirarme fijamente, hasta que recordabas que tenias que huir de mis ojos, esbozabas dos sonrisas y repetías tu peregrinar de miradas.

Caminaste de mi brazo aquellas calles que yo no conozco, y que explicabas de cuando en cuando, dando nociones de geografías extrañas, historias pasadas, amores perdidos y tiempos pretéritos. Caminaste por calles vacías, que decías en ese momento, estaban construidas sólo para nosotros, mientras te adelantabas y con garbo danzabas mientras te observaba.

Te rehusabas a soltar tu cabello al aire, mientras yo reprimía las sonrisas que me provocaba verte enzarzada en una gresca con él. Me tomabas de la mano mientras me veías a los ojos, hasta que recordabas nuevamente, que no debías mirarme a los ojos, y me jalabas para cruzar la calle, mientras ese viento helado infernal nos calaba los huesos, mientras corríamos huyendo de la brisa vespertina como si el demonio nos pisara los talones.

Y al fondo de aquella ancha avenida, las luces que presagiaban el fin de un año y el inicio de otro, mientras me tomabas de brazo rehuyendo de mi mirada, escondiendo la tuya recargando tu cara contra mi hombro, queriéndome cerca, evitando mirarme.

“Te quiero cerca”- casi musitaste- “Pero a la vez no tan cerca”

Sólo te miré de nuevo.

“Por eso no quiero verte a los ojos. Porque la última vez, me enamoré sólo de los ojos. Y yo no lo sabía”

Y ese se convirtió en un fragmento más, de mi inconexa vida.

viernes, 3 de septiembre de 2010

DIARIO DE GUERRA 14-37-10/03-09-2010

Desperté e hice las abluciones de rigor. El día de hoy fue menos difícil hacerlas que de costumbre, y después de los preparativos de rigor (bañarse, hacerse de comer, la lonchera, etc.) enfilé hacia mi trabajo.

Dormí muy bien y eso me tenía contento, tanto que venía cantando Meet me halfway de BEP, lo cual es un contrasentido, puesto que es una canción tan, pero tan nostálgica, que he visto a más de uno tragarse las lágrimas al susurrarla. Anyway, yo venia contento.

Hasta el sol se veía reconfortante al amanecer despuntando sobre el Fiesta Inn. Diablos, si veo ese escenario, es que voy tarde a la chamba, pensé.

Al carajo, hoy voy a ser feliz y go with the flow. En el mp3 sonaba Pervert Pop Song de Plastilina Mosh mientras esquivaba carros para meterme entre colonias para brincar el tráfico.

Entre calles, de frente, cuatro tipos cargando un ataúd me miraron a través de oscuros lentes que no ocultaban sus muecas de dolor.

Ahí fue cuando me sorprendí a mi mismo: me orillé, bajé y cerré al poderoso Insomnio, me quité la gorra recargándomela contra el pecho con una mano, y aferrando mi crucifijo con la otra, presencié el paso del cortejo fúnebre. Una señora que venía en el mismo me preguntó si conocía yo a la persona.

“No, no la conocía. Ni siquiera vivo en esta colonia”-respondí

Acertó a sonreírme y darme un apretón en el brazo antes de continuar su camino.

Se escucha Whisky sin Soda en el MP3 mientras continuo mi camino. Hay veces que aún no comprendo las reacciones que tengo. “Esto se lo tengo que contar a T” murmuré, en lo que un semáforo cambia de rojo a verde.

Ahora oigo Getting over you de David Guetta.

Una niña desde otro carro me sonríe. Debe tener como 4 años, mientras observa como hago bailar a Pancho y su compañera sin nombre, las mascotas del Insomnio colgadas del retrovisor. Sé que tenerlos ahí es un detalle kitsch de mi parte, pero me resisto a quitarlos siempre, sobre todo en Septiembre, porque Pancho es un mariachi bigotón y su compañera es una bruja sin nombre. Nada más ad hoc a esta fechas. Y llevan años ahí.

Estaciono al Insomnio. Bajo mi mochila colgándola de mi hombro.

Me paró frente a la fachada de la empresa. Son las 8:10 am. Debí haber estado aquí a las 7:15 am a más tardar.

“Castígame, sé que me he portado mal ♫ Diviértete, gozas y me gusta ♫” susurro mientras rió y toco la puerta.

“Hoy será un buen día” – mientras sonrió.

Sí. Hoy será un buen día.