“Una mujer,
una llanta desinflada,
una enfermedad:
miedos frente a ti,
miedos tan quietos
que puedes estudiarlos
como piezas en un
tablero de ajedrez…
No son las cosas grandes
las que mandan a un hombre al manicomio.
No, es la serie continua de pequeñas tragedias
lo que lleva a un hombre al manicomio...
No es la muerte de su amor
sino la agujeta de su zapato
que se rompe cuando tiene prisa”.
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