miércoles, 11 de mayo de 2011

POCO SOBRE MI MADRE.

De mi madre poco he escrito en este lugar. Mi madre, siempre guía, siempre consuelo, siempre fortaleza de mis debilidades.

Es abrigo en la tormenta. Es sabiduría simple, sin retóricas. Sin medias tintas, mi madre diluye al mundo en su escueta opinión, según ella.

Ayer fue 10 de Mayo. Un día comercial, debo decir. En ocasiones, a los idiotas hay que recordarles que tienen madre, y que merece el agradecimiento eterno. Para eso es este día. Madre no es es sólo el acto de procrear un hijo. Madre es la elección de forjar una vida, de enseñarle valores, de darle forma a una existencia naciente.

Mi madre tuvo la elección de tener un hijo o no. Quiso tener un hijo. Tuvo la elección de cuidar o no, a ese hijo. Y me cuidó. No porque sus genes estuvieran en mí. Lo hizo porque desde su vientre, ella ya me quería, me dice. No porque me necesitara para ser madre. En una acto de simple fe, de infinito amor, mi madre me concibió con mi padre, para darle forma al amor que les une. Ese amor soy yo, mezcla de dos seres que se quieren a pesar del tiempo. Eso es un hijo, según mi madre: Un acto de fe al mundo, un acto de infinito amor.

Puedo dudar del universo entero. Pocas cosas creo que son ciertas. Pero del querer de mi madre, nunca he dudado. Lo veo en sus ojos. Por eso creo en el amor; porque mi madre me mira todos los días y sé con absoluta certeza que me quiere. ¿Cómo dudar de que la Humanidad tiene la capacidad de amar, si mi madre me lo ha demostrado toda la vida?

Mi madre me ha enseñado a amar sin miedo, con fe, con su ejemplo. Creo en lo bueno de mi especie, por ella. Ella me mostró lo mejor que tiene el mundo para mí. Me enseño lo malo que tiene el mundo para mí. Y la sabiduría para distinguir lo que es bueno y malo para mí.

No. No se engañen. Parir a un hijo no las hace madres. No una verdadera madre. Las hace madres los 18 años siguientes, cuando toman la decisión de enseñar a ese hijo a desenvolverse por si mismo. Cuando le muestran la vida en su esplendor. Cuando no lo hacen por sentirse obligadas, sino porque de ustedes nace hacerlo. Aprenden de su hijo, lo que es amor.

Ser madre no es sólo un acto biológico. Es una decisión de una vida. No de la de su hijo, sino de la suya. Por eso requiere valor, únicamente posible por una verdadera madre. Mi madre repitió esa decisión tres veces más. Me regaló tres compañeros para este viaje: un malhumorado hermano, digno hijo del Inge, una voluntariosa hermana, fuerte como roble y un pan de Dios, un cascabel, mi hermana pequeña.

¿Saben? Sí, el 10 de Mayo es un día comercial. Pero nunca le he dado flores a mi madre ese día. Porque se las llevo el resto del año. Para mí no hay un día especial para ella. Todos los días son especiales, porque ella esta conmigo. Y la llevo a comer al Italianni’s, compro sus pasteles del Sanborns a pesar de que creo que son puro merengue, la sonsaco para irnos a comer tacos a ese puesto donde hemos ido casi 20 años.

No hay dinero suficiente para pagar lo que ella ha hecho por mi en 33 años. Su cariño, su fe, sus cuidados, sus regaños, su apoyo. Su amor.

Por eso se lo pago siendo recíproco a su amor. Por eso, algún día, pienso hacer lo mismo por alguien más. El precioso regalo de SER en esta vida. El invaluable regalo de SENTIRSE AMADO en esta vida.

Gracias Mamá.

“-Brindo por la mujer, más no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos;
por la mujer que me arrulló en la cuna.

. . .

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dió en pedazos
uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

. . .

Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella . . .”

Guillermo Aguirre Fierro, El Brindis del Bohemio. (1915)

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