martes, 12 de febrero de 2013

A la chingada, yo ya no ayudo a nadie.

 

Hace algunos ayeres, mi preocupación era el medio ambiente. No muy fuerte, así que nunca me afilié a ninguna ONG que se dedicara a eso (Greenpeace sólo quería mis donativos, pero jamás me pidió de voluntario, pero esa es otra historia).

Un buen día, bajando del Metro leí una convocatoria del cantante Emmanuel, invitándonos a reforestar el Ajusco, determinado día saldrían los camiones de esa estación con la gente que quisiera unirse a tan loable labor.

En ese caso, el día estuve puntual y fui con una masa informe de gente a plantar árboles al Ajusco. Diré que fue una experiencia buena, llena de tierra negra y estiércol por todos lados (a Emmanuel lo vi de lejos y pensé en acercarme, pero peleaba por darle profundidad a una fosa para un pino). Me hizo sentir útil y parte de la comunidad enorme que es la madre Tierra.

Poco después comenté el incidente con una compañera de la escuela, la cual me recriminó:

“¿Cómo es posible que andes plantando árboles que seguramente nadie va a regar? ¡Eso es pura pérdida de tiempo!!! Si quieres dedicarte a algo que beneficie, ayuda en el refugio para animales donde trabajo, nos hacen falta voluntarios.”

Dudé un poco, porque esto requería un poco más de tiempo, pero dije bueno qué diablos, hay que hacer de todo en esta vida y visité al refugio para animales.

Después de unas cuantas visitas (y de alzar mierda de perros, que no alzaba ni en mi casa para mi perra), tuve la genial ocurrencia de comentarlo con otra amiga.

“Pero ¡¿cómo?!! ¡Habiendo tantas mujeres golpeadas que requieren ayuda, te vas a ayudar perros!! No, definitivamente , tienes que acompañarme a verlas donde trabajo”

Y de esa manera, Joseph fue a ver mujeres golpeadas, a escuchar historias desgarradoras de mujeres que se negaban a dejar a sus parejas, ni porque más de una vez estuvieron cerca de matarlas a golpes. Dicen que no es el indio, sino el que los hace compadre, pero no juzgaré más a la prójima.

Ya un poquito asqueado de ver tanta cobardía, comenté lo mismo con la madre de la amiga que me llevo al albergue de las mujeres golpeadas, en una tarde de café y galletitas caseras (hacía unas galletas de naranja con manteca deliciosas), cuando la señora me espetó:

“Ay si, yo ya le dije a mi hija Fulanita que eso no es prioridad. La prioridad esta en los hijos de esas mujeres, pero sobre todo en los hijos de México que no tienen padres que los guíen. Deberías acompañarme al orfanato de las Hermanas de Alguna Santa Desconocida, que se encargan de cuidarlos ”

E iba ya en camino al orfanato, cuando me encontré al papá de otro amigo. Y eso fue el acabose:

“¿Que? ¡No mamen!!! Lo que deberían de hacer es ser voluntarios todos ustedes en una casa de retiro para ancianos. ¡De esa manera podrían agradecer un poco de todo lo que ellos han hecho del mundo para ustedes!!”

Cuando llegamos al este punto me senté en la banqueta y formalmente hice votos para que todas las caridades se fueran al infierno juntas.

A la chingada, yo ya no ayudo a nadie.

De esta experiencia saque las siguientes conclusiones:

  • CADA PERSONA DE ESTE MUNDO, TIENE PRIORIDADES RESPECTO A LAS CARIDADES DE DIFERENTE MANERA. Cada quien las valora de manera diferente. Para muchas personas es mejor atender gatos que ancianos, para otros es mejor salvar pinos que recoger perros.
  • Escuchar y atender las prioridades de la caridad de las demás gentes, ES METERSE EN MUCHOS PROBLEMAS.
  • También no pueden exagerar. Ni comprarles vestidos a los perros, ni Ipads a los huérfanos. Hasta para eso hay que tener sentidos común en las necesidades de los desposeídos.
  • No me estén jodiendo si sus prioridades son diferentes a las mías. Defendamos cada uno un frente, y que cada cual escoja el que mejor le acomode.

Así que, con el permiso de nadie, sólo me dedico a algunas de ellas. No puedo ayudarles a todos. Me encantaría, pero es humanamente imposible hacerlo. No quiero ser aprendiz de todo y oficial de nada.

Con que, cada vez que alguien me dice “No ,mira mejor dedícate a . . .” lo detengo en seco: “¿Tu te dedicas a eso?-“

“ -Si, yo lo hago-”

“OK, entonces contigo están bien cuidados. No me necesitan, pero llámame en caso de emergencia.”

Y que el mundo ruede.

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