miércoles, 21 de octubre de 2009

CAPITULO UNO: EL ARTE DE SABOTEARSE A UNO MISMO SIN MAESTRO

Uno, dos, TRES.

Uno, dos, TRES.

Tres segundos de tiempo entre una gota y otra que caen de la gotera de mi cuarto, pensó/pensé.

Miró/miré con desapasionamiento la caída del agua cada tres segundos. Podría/Puedo poner algo para que no se moje la alfombra. Pero le gusta/me gusta oír caer el agua en el suelo húmedo ya de tanta lluvia afuera.

Uno, dos, TRES.

Uno, dos, tres . . . CUATRO.

Se incorporó/me incorporé azorado. Tardó un segundo más en caer, a pesar de que llovía con más intensidad que antes.

“No es lógico”-pensó/pensé- “Debería caer mas rápido, si hay más agua”

Uno, dos, tres . . . CUATRO.

Se acercó/me acerque a la gotera. Metió/Metí el dedo, y el agua corrió por la palma de la mano. Retiró/Retiré la mano, y espero/espere.

Uno, DOS.

“No!!”

Hurgó/Hurgué la gotera con frenesí, como si en ello fuera la vida. Como si con eso se arreglara el mundo.

Uno, dos, tres . . .. cuatroCINCO!!!

“No esta bien”-irritado-“Deben ser TRES!!!”

Puñetazo al techo, para que sean TRES!!!

Uno, dos, tres, CUATRO!!

Golpea/golpeo el techo con rabia. El mundo no estará bien nunca más si no son tres. Deben ser tres, para que haya orden, para que haya sentido, para que haya equilibrio. Y la rabia no se va. Y la lluvia cae, la gota cae cada dos, cada cuatro, cada seis, pero no cada tres.

Y el mundo sigue sin sentido, mientras intenta/intento que una gota caiga cada tres segundos.

Uno, DOS . . .

Uno, dos, CUATRO . . .

Uno, dos, CINCO . . .

Uno, DOS . . . .

No hay comentarios:

Publicar un comentario