martes, 21 de diciembre de 2010

CAMINANDO ENTRE LOS ESCOMBROS DEL RECUERDO

Hace algunos años, cerca de diez, instituyeron un bazar navideño en mi pueblo. Bueno, ellos le dicen bazar navideño. Para mi es un tianguis, pero quién soy yo para alegarle al pópulo que gusta de llamarle eufémicamente asi. Me gustan más los términos prehispánicos.

Al principio caminaba yo por él, y veía muchas caras conocidas: vecinos, amigos, bueno, creo que hasta conocía a los vendedores de los puestos, por lo menos, de vista. No sé porque tengo buena memoria para las caras. No así para los nombres, aunque últimamente he mejorado en eso.

Pero este año ha sido diferente. Me sentí como  . . . fósil. Ya no camino por él diario, como lo hacía hace algunos ayeres. Pero cuando lo hago, ya no veo caras conocidas.

La gente que yo conocía ya no esta. Mis amigos están casados. Trabajan de gallo a grillo y están cansados. Ya no deambulan buscando de que reírse. O tienen que cuidar su casa, su familia. Los vendedores han cambiado. Los sustituyen sus hijos, que más bien parecen hijos de Daddy Yankee , con tanto bling bling en la ropa y tarareando el flow.

Veo a los niños de hoy. Tanto colorido en la ropa, tan poco vocabulario. “Wey” por aqui, “wey” por allá. Muchas veces ya ni el “wey”; lo acortan a “weeee”, en su afán de imitar al inglés: hablar rápido en corto y decir mucho. Ni siquiera dicen mucho.

Veo a las niñas, jugando a sus 12, 13 años a ser mujeres. Pintándose con tonos arcoíris como pavorreales, tratando de llamar la atención de seres que Lopéz Dóriga llama Ninis. Crecen tan rápido. No reconozco a esta generación. Apenas me había acostumbrado a los psycho, a los emos, a los cholos, cuando aparecieron los reggaetoneros.

Me sentí fósil de tiempos pasados. Hasta que me di cuenta que estoy en un nuevo nivel de mi vida. Este es un buen lugar para de vez en cuando pasear y recordar. Pero la vida me llama a otros lados. Para hacer nuevos recuerdos. Para conocer nuevas gentes.

Ya no me sentí fósil. Ahora soy un newbe, en lugares que antes no conocía. Es muy divertido ¿saben?

Espero que los niños de ahora sean felices en ese lugar. Yo un día lo fui. Y sé que Danny, Erick y Miguel, algún día lo serán aquí.

Dios me ampare qué moda agarrarán mis sobrinos. Pero sé que me reiré mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario