martes, 8 de febrero de 2011

OUR DARK SIDE

Entre vinos y botanas, se descubren verdades sorprendentes. Una de ellas apareció, como suelen aparecer las verdades: limpia y llanamente frente a nuestra estupidez, antes nuestra idea de obviarlas.

Este sábado, departía con dos viejos, viejos amigos. Y una nueva amiga. Entre vinos y licores, cuál cantina perdida entre laberintos de dudas y vaivenes de la vida.

Sabido es que el alcohol afloja los goznes de la lengua e invita a la introspección amén de la reflexión. Y de la irreflexión, diría yo.

Empezamos a repasar nuestros puntos obscuros. Nuestras historias Non Santas, aquellas que cuentas en voz baja, a veces muerto de la risa, a veces rubicundo de vergüenza, pero siempre con el ánimo de que tienes al menos una historia que contar.

Uno de ellos contó una historia de esos amores paganos, llenos de perfidia y deseo. Yo me limité a escucharle, mientras al calor de las copas contaba su versión de la historia. Sentado en una escalera, le escuchábamos mientras al fondo miraba las estrellas a través de un enorme ventanal.

No es una historia que no conociera. Pero con la boca floja de los efluvios etílicos, mi amigo se expresaba con suma elocuencia, mientras detectaba la emoción que le embargaba. En el punto culmine de su historia, creía en el deseo puro y la intención noble de los dos protagonistas de la historia.

Hasta que habló ella. Casi sentí retumbar la tierra cuando le llamó “pendejo”. Cuando lo bajó de su nube y le espetó que simplemente él creía que estaban jugando. Cuando en realidad estaban jugando con él. Que los hombres en general éramos demasiado simples para jugar con las mujeres un juego en que ellas por mucho nos superan en astucia y perspicacia.

De inicio, tuve el mismo impulso que mis compañeros. Argumentar y defender a mi género ante la eterna guerra de los sexos. Pero caí en cuenta de algo. Si algo me han enseñado los últimos años de mi vida es . . . que en verdad son más inteligentes. Son más astutas, agudas y vivaces que nosotros. Miden y mueven las fichas de su tablero con excelsa maestría, mientras los hombres perdemos de vista todo menos la visión de la única ficha que creemos, nos hará ganar.

“Ella tiene razón”- dije-“Ella esta en lo cierto”

Me tacharon de traidor a mi sexo, maricón, afeminado y demás bobadas usuales. Pero conforme escuchaba los argumentos de ella, entendía porque los hombres jamás podremos vencer a una mujer en una historia del corazón.

No somos tan complejos como ellas. No visualizamos más allá del objetivo inmediato.

Mientras ellas pueden quedarse en la parte oscura de la luna, a nosotros tarde que temprano nos pega la luz. Somos inocentes, tratando de jugar a la locura.

No es una generalización. Ellos generalizaron. Yo entendí que hablamos de un tipo de hombre. De un tipo de mujer. De los indefenso que esta ese tipo de hombre ante ese tipo de mujer.

Yo creo, que todos los seres humanos tenemos un lado Oscuro. Algo que nos evoca a portarnos de maneras no convencionales para nuestra sociedad. Es igual de poderoso en ambos géneros. La diferencia obvia es la superior inteligencia de la mujer. Su lado Obscuro.

Ese lado Oscuro de la Luna.

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