lunes, 24 de mayo de 2010

CAPÍTULO Seis. Yo perdí 5 ¿y tú?

-Como seis. Tal vez siete- contestó el segundo a su amigo.

-¿Y no sienten culpa? o ¿remordimiento?- pregunté

-El primero es el que te duele. Después, comienzas a verlos como números. Es necesario para tu paz mental- dijo, jalándose el cuello de la camisa, visiblemente incomodado.

-Paz mental. Un concepto un poco elevado ¿no?- casi reflexioné eso para mí.

-No sé si lo sea. Pero lo necesitamos para hacer nuestro trabajo- defendió el primero – No podrías tratar pacientes si vas por la vida atormentado por la primera vez que se te muere un paciente. Es un trauma necesario que todo médico que se precie, debe vivir.- aquí se acordó que era medico e inmortal, y comenzó a verme para abajo. Idiota.-Y después del primero, los demás son números.

-Tal vez. Pero es espeluznante pensar, que para que uno de ustedes se curta, uno de nosotros se muera. Y que los que siguen, no te importen- le espeté casi a la cara- No puedo juzgarte. No es una regla lo que dicen, es un hecho de vida. Espero no ser la prueba de fuego de algún médico, francamente.

-“¿Uno de nosotros?” – preguntó- ¿Quienes?

-Los que somos pacientes – poca imaginación de médico, justo en este momento- Pero bueno, hay un consuelo – dije, desternillándome de risa.

-¿Cuál consuelo? – preguntaron casi al unísono.

-Que ustedes alguna vez, también serán pacientes de alguien como ustedes -

Dos caras largas, demudadas, con la boca abierta. Ese par de soberbios jóvenes médicos, que nunca pensaron que ellos también pueden beber de su propio veneno, cuando infaustamente hablaban con tanto desparpajo de las muertes que por omisión han causado.

Y encima, el cinismo de reírse de ello.

Estoy de acuerdo que no podían dolerse de cada paciente que habían perdido. Que no podían traumatizarse de ese hecho. Pero lo que si podían hacer, es respetar a alguien, que con su fallecimiento, les enseñó algo.

Pagué los hot dogs y el refresco, hice una caravana de reverencia hacia las eminencias médicas y eché a andar hacia el Metro.

No soporto la falta de empatía a veces. Menos cuando hay una muerte involucrada. Pero tengo que acostumbrarme.

Es parte de la vida.

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