martes, 11 de mayo de 2010

Z

Z tiene 18 años. Y una vida de rockstar.

Tienes ojos grandes, enormes, como platos. Como ruedas de molino. Como la Luna en el cielo.

Quiere vivir rápido y morir joven. Quiere unirse al Club de los 27 como Morrison, Joplin, Cobain. Quiere brillar como una estrella en la noche y desaparecer en el amanecer.

Z vive hoy. Para ella el mañana es una lejana quimera, una ilusión plantada en el horizonte que no planea ver. Ríe este día, porque su imaginación no vislumbra el que le seguirá. Se ensueña ahora en la desconfianza del porvenir lóbrego que en alguna ocasión aguardó.

Vamos a morirnos juntos” canta. Y yo me rio. “Tú muere a los 27, chica. Yo sólo esperaré a los 33 para que me crucifiquen” respondo. Y se muere de la risa.

En un mundo donde la obtención de la gratificación inmediata, del placer instantáneo, de vivir el momento, de robar, pelear y matar, es la norma, Z es un perfecto ejemplo de todo eso, y más.

Y sin embargo, alguna vez, cuando miramos al cielo, veo en sus ojos inocencia. Si, ahí, en el fondo, enterrada bajo la amargura de sus pocos años.

Si. Z enseña mucho de la vida. Y sólo tiene 18 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario