viernes, 21 de enero de 2011

PERCEPCIONES

La percepción es subjetiva. Pocas veces podrá ser objetiva y depende del entorno, la educación, los valores e incluso hasta la salud del individuo al que pertenece.

Cuando estamos de acuerdo con la percepción de alguien sobre algún asunto, es porque generalmente nuestra propia imagen mental de tal asunto va por el mismo tenor. Es decir, de haber sido la percepción original la nuestra, habría variado muy poco con respecto a la otra.

En ese meollo básico, encontramos las discordancias que hay siempre entre varias personas del mismo asunto. Pregúntele a un policía, por ejemplo, como 5 personas testigos de un mismo suceso, variaran sus versiones sobre lo que sucedió. Su trabajo en ese momento, es hacer un concentrado de todas esas impresiones y tal vez sacar un resumen general de lo que en realidad sucedió.

Un suceso bochornoso sucedió en la empresa. Del cual pueden atestiguar 5 personas, que éramos lo que estábamos ahí. Participes dos personas, testigos cinco, entre ellos yo.

Yo no tengo preferencia por ninguno de los dos individuos. En lo particular se m hacen igual de insoportables. Pero reconozco una cosa: como uno provocó arteramente al otro hasta que se liaron en un gresca verbal y después pasaron a lo físico.

Pero a la hora de la recreación de los hechos en presencia del director general, la recreación favoreció al provocador. Según todos, no hizo más que defenderse de un comentario que a nadie le consta que el otro haya hecho. Pero dentro de la impresión general, esta ese pequeño detalle: alguien imbuyó en la mente de los demás, la absoluta certeza de que el comentario fue hecho.

Así que alguien fue jalando los hilos, hasta dar con el único testigo presencial del famosos comentario. Yo.

Ahí fue cuando mi percepción fue decisiva. Yo dije la verdad. Las palabras si eran correctas. Si lo dijo así. Pero el tono de voz, no era el correcto. El “ofendido” alegaba insidia. El agredido alegaba broma.

Y si. Si lo dijo en son de broma. Un tanto inocente. Un tanto estúpida. Pero broma.

Pero el tono de voz era lo decisivo. Eso fue lo que salvó a ese hombre y su empleo. Un detalle mínimo como lo es una entonación.

Al final, el “ofendido” se acercó y me dijo “Tanto que me costó que los demás creyeran que sí lo había dicho con sorna. A ti tampoco te agrada, era la oportunidad de que se fuera. Lo echaste a perder.”

Francamente, no iba a perder tiempo discutiendo con un tipo así. Esbocé una mueca de sarcasmo y dije “Platón es mi amigo. Pero más mi amiga es la verdad.”

Dudo que lo entienda. Pero mientras recogía mi mochila y emprendía el camino a casa, no podía importarme menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario