viernes, 14 de enero de 2011

UNA LUNA PARA ARMAR

La imaginación te llevara a sitios lejanos. Te permitirá viajar a donde la luz no llega y solo arriba el pensamiento. Preguntará cosas que ya no crees, que vale la pena preguntar.

Durante las noches de plenilunio, la ventana de mi cuarto se llena de luz. Directamente la Luna se asoma en todo su majestuoso esplendor. Ahí fue dónde el pequeño Mickey la vio por primera vez.

“¿Que es eso Tito?” – preguntó a su abuelo.

“La Luna, pequeño Mickey” -

“¿UNA???!!!”- respondió sorprendido.

De ahí en adelante el niño preguntaba y se asomaba por la ventana, siempre buscando la Luna. Es común que yo le encuentre en el antepecho de la ventana hincado sobre una cómoda, escudriñando el cielo buscando su astro favorito.

Pero hace unos días, regresando del gimnasio, había una añadidura. El pequeño Mickey buscaba en el cielo, debajo de una manta colocada suavemente sobre su cabeza, aferrada por sus pequeñas manos al pecho.

Cuando lo vi, me desconcerté. Cuando pregunté, mi hermana @Mimichelina me explicó que sucedía.

Me acerqué a él.

“Mickey” – casi susurré

“Oseph” – me miró con sus grandes ojos

“¿Que haces pequeño?”-

“Osep. La Una” – me miró sorprendido -

“¿Que tiene la Luna?” – repliqué

“OSEPH. LA UNA SE OMPIÓ EN PEDACITOS. ¿ME CAERÁN EN LA PABEZA?” – casi con angustia dijo.

Lo comprendí todo. La Luna había pasado de llena a menguante. Mickey creía que se había ido rompiendo a través del tiempo.

La manta, esa mantita, era para protegerse de los pedacitos de la Luna que se rompió en el cielo. Dentro de su inocente concepción del mundo, la Luna se había roto. Y su cobija era protección contra todo.

Y recordé cuando era niño, cuando el cobertor de mi cama era capaz de repeler miedos, de echar afuera al Coco, capaz de ahuyentar a la Llorona, de escudarme de los miles de peligros que la noche significaba para mi.

Lo cargué envuelto en su cobija, abrazándole y pegando mi mejilla a la suya.

“Mickey, la Luna se arreglará sola. Sólo tienes que esperar” -

“¿O pometes?” -

“Si amor. Lo prometo” -

Y me senté con él, a esperar que la Luna se arme de nuevo.

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