viernes, 23 de abril de 2010

NERUDA. SIEMPRE NERUDA

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Poema No 5. 20 poemas de amor y una canción desesperada.

Pablo Neruda

En las afueras del Metro Taxqueña, había un árbol, sobre un camellón, camino a la ESIME Culhuacán. Una de sus ramas creció en forma de cuna, arqueada, a escasos centímetros del suelo.

Cuando no tenia clases, o ya iba tarde para la primera hora, me compraba tres cigarros, un café, y me subía a esa rama a leer. Era un sitio muy cómodo, realmente me gustaba estar sentado ahí

Y fue precisamente en ese lugar, donde leí 20 Poemas de amor y una canción desesperada, del maestro Neruda. Ese día, pasó por casualidad Adriana, la única mujer de mi salón, y al verme trepado en el árbol, se acercó.

-¿Que haces aquí?-

-Leyendo Adriana, ¿Que más se puede hacer uno subido a un árbol con un libro?- bufé, con la consabida autosuficiencia que se tiene a los 18.

-¿Y que lees?-

-A Neruda- ¿Por qué no se va y me deja leer en paz?

-A ver, hazme cancha – su dominio de la jerga de ingeniero, impresionante.

Nunca había leído poesía en voz alta. Esa fue la primera vez que lo hice. Y también, la primera que compartí con alguien, mi gusto por Neruda.

Nos pasamos todo el día leyendo y discutiendo los poemas. No pudimos ponernos de acuerdo nunca en cual era el mejor; yo insistía que el 5, y ella que el 20 ( a mi gusto, ya muy quemado). No fuimos a clase. Después nos enteramos que como siempre, no tuvimos ninguna clase.

Esta semana, pasé por ahí. Ya no está el árbol. Esta un puesto de revista con un tendajón de dulces en su lugar.

Pero de que Neruda fue leído ahí, fue leído ahí. Me consta.

 

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