viernes, 26 de junio de 2009

REFLEXIONES A PARTIR DE LA MUERTE DE UN IDOLO

Estos últimos días he encontrado dos textos muy interesantes relacionados con la muerte, los ídolos y lo efímeros que somos los seres humanos sobre la faz de la tierra. El primero de ellos surge de la persona de Alejandro el Grande. En su lecho de muerte le pidió a su gente mas cercana 3 cosas:
1.- Que su ataúd fuera llevado en hombros por los médicos mas eminentes de la época.
2.- Que sus tesoros y riqueza fuera tirados al suelo mientras se dirigía su cuerpo hasta su tumba.
3.- Que sus manos colgaran fuera del ataúd, a la vista de todos.
Uno de sus generales le pregunto por que, a lo que el contesto:
1.- Quiero que los médicos mas eminentes carguen mi ataúd para que vean que ellos NO tienen nada, ante la muerte, el poder de curar.
2.- Que mis tesoros queden en el suelo, para que la gente pueda ver que lo que conseguimos en la tierra, en ella se queda al partir nosotros.
3.- Quiero que mis manos se balanceen al viento, para demostrar que vinimos con las manos vacías y con las manos vacías partimos cuando lo mas valioso que tenemos se nos termina: El tiempo. Al morir nada material te llevas, aunque las buenas acciones se vuelven como un cheque de viajero.

La otra es una frase que escuche en una estación de radio y dice así: No te define lo que tienes, lo que haces o a lo que te dedicas; lo que la gente ve, lo que la gente recibe de ti y lo que le entregas a cada persona es lo que eres en la vida.
Cuando le entregamos tiempo a una persona le estamos entregando una porción de nuestra vida y de esa manera viviremos por siempre en ellos.

"El hombre es un experimento; el tiempo demostrará si valía la pena."

Mark Twain


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