lunes, 5 de abril de 2010

LA MUERTE Y EL SKRULL

¿Nunca han tenido ganas de morirse?

Si. Un día, fugarse de este planeta. Borrar su existencia de un plumazo. Un súbito destello blanco en la historia del mundo. Y desaparecer.

Ayer , estaba sentado en un punto alto, pensando. Y de repente caí en cuenta: “Si me dejo caer de aquí, se acaba todo. Así de simple. Así de sencillo. Así han huido algunos de los que conocía” Y miré hacia abajo, como pasaban los autos, uno tras otro, uno tras otro, uno tras otro . . .

Alguna vez, Bertha me dijo, que era normal sentir ganas de morirse de vez en cuando. Que una persona completamente normal lo desearía alguna vez, para  contemplar una salida a la vida. Que es un proceso completamente normal. Y yo sólo la escuché. No emití ningún juicio; no argumenté alguna razón.

Hace mucho tiempo leí un comic, de Hulk, para ser preciso. Un guerrero Skrull, con un defecto genético que le hacia indeseable para el resto de su especie, había caído en desgracia. Su única salida, era el suicidio honorable. Y cuando enarbolaba el cuchillo para terminar con su vida, simplemente no pudo hacerlo.

El no podía. No, no podía terminar de esa manera. Así que buscó morir como había vivido: peleando. Peleó por su vida, peleó por su honor y al final, no murió: la recompensa a su lucha, fue su propio perdón y el respeto de sus iguales.

Miré de nuevo la Luna. Y me pregunté quién estaba más enfermo: todos aquellos que contemplaban la muerte como una salida. O yo, que no puedo verla como tal.

No, yo no puedo. Yo, tengo que caer peleando. No hay otra opción para mi.

Y bajé del lugar alto. Y corrí entre la floresta, hinchándome los pulmones de aire fresco, bañado por la luz de la luna, brincando, esquivando, casi rugiendo.

La vida nunca había sido tan buena.

Luna, Luna, Luna, Luna . . .

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