miércoles, 31 de marzo de 2010

EL TIO

Hoy se apareció por estos lugares perdidos de Dios,el Tío. Creo que es uno de los pocos familiares que tengo que me caen bien, y que encima, tiene el descaro de echármelo en cara.

Venia a petición de mi madre a realizar una acción necesaria. Él, es diabético desde sus infaustos 15 años. Ha vivido con la enfermedad cerca de 30 años. Y tiene los pantalones para seguir peleando con ella día a día. Hace ya un año, la enfermedad se llevó una de sus piernas. Ahí, justo abajo de la rodilla. Una infección oportunista lo tuvo al borde de la lona, pero le pegó dos patadas y regresó a este lado de la flatline.

Como tal, le llevo seis meses rehabilitarse, física y mentalmente, para caminar de nuevo. Y lo logró: con prótesis y todo, él camina.

Vino a compartir su sabiduría, con una persona que fue amputada por la misma causa, hace una semana. No le importó que no le conoce. Se hizo empático con una dolor que el conoce de primera mano, con una persona que sufre ese mismo dolor. Con alguien que mira el lugar donde estaba esa pieza que ya no está, y a pesar de ello la sigue sintiendo ahí, tan presente como el primer día que camino en su vida.

Yo recuerdo al Tío, desde el principio de mi vida. Alguna vez pensé, que como el ha sido conmigo, yo tenia que serlo cuando tuviera sobrinos: inspiración, guía, consuelo.

No es perfecto, tampoco una santo. Pero con ejemplos como él en esta familia, a veces cuesta trabajo desviarse del camino, por muy necesario que sea. Y da vergüenza hacerlo, cuando me mira a los ojos, y me hace sentir de nuevo ese niño de cuatro años, que disfrutaba de mojar de nuevo el carro que él había terminado de lavar, en el tiempo en que yo veía el mundo con los ojos más limpios que he tenido jamás . . . .

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