El sábado, gracias una diligencia que me acompañó a hacer, estuve a solas unas horas con mi tremenda madre. Loa a ella, de quién todo viene, y que me jala las orejas taaan seguido, porqué su hijo se quiere portar bien, y termina haciéndolo peor X-D.
Sin mi padre, hermanos, cuñada o nietos alrededor, mi madre cotillea muy a gusto. Es un verdadero placer echar el chal con ella (incluso cuando intenta decirme que cosas no debo hacer :-P) , pero el tema de esta conversación, fue rememorar los orígenes de su clan.
Pasando desde mi tremenda abuela (que el destino no tuvo la gracia de dejarme conocer, y he lamentado tanto) de las planicies de esa Guadalajara ya tan lejana a nosotros, de una cuenca minera que ya no aparece ni en los mapas, un bisabuelo comunista que viajo a Rusia (y que por alguna razón Alfaro Siqueiros menciona en su biografía, y que por cierto, se equivoca en su deceso), hasta parar en la Cd. de México, con mis tíos, mis primos, aquella colonia Industrial en la cual hasta yo viví 5 años. Uniendo piezas de como el destino le dio forma a mi familia, de las cosas que vivieron, de los lugares que frecuentaron. De cómo estamos hecho de retazos de familias diferentes, y eso en su momento nos unió mas que de vínculos de sangre o los linajes genéticos.
Ah, lástima. A algunos la vida los ha llevado tan lejos de nosotros, no geográficamente, pero sí en las distancias del corazón, en las cuales cuando estás cerca estas a un lado, y cuando estás lejos estas al otro lado del Infinito. Pena y kismet.
Pero mientras, seguimos creando retazos de familia. Y los que seguimos siendo familia, nos agrupamos alrededor de los recuerdos de una mujer, que recuerda a otra, nacida en los tiempos cuando la aventura más grande era venir a conocer la capital . . .
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